Empleos nacientes de la pandemia

Cuando la pandemia tocó a Bolivia, se activaron protocolos de bioseguridad, la primera medida asumida por los gobernantes fue declarar la cuarentena nacional y rígida, con características propias en cada región, según el grado de afectación a partir de los contagios.

La larga cuarentena, respetada al pie de la letra al principio, fue minando la economía de los hogares bolivianos, puesto que la mayoría de los ciudadanos viven al día bajo la figura de una economía informal que es la predominante en el país.

Se implantó una nueva forma de pedir ayuda, colocando improvisadas banderas blancas para que diferentes organizaciones llevaran, sobre todo, alimentos a las familias impedidas de trabajar por la cuarentena.

Asimismo, personas de clase media que tenían negocios en diferentes rubros, como la gastronomía, venta de artículos que no eran de primera necesidad, o relacionados con las fiestas y espectáculos, se vieron afectados económicamente, pues fueron obligados a cerrar, y sólo los rubros de la farmacéutica y la alimentación tenían autorización para funcionar durante la cuarentena.

También aparecieron cientos de comerciantes de insumos de bioseguridad, vendedores de alcohol líquido y en gel, lavandina, guantes de goma, barbijos y mascarillas protectoras. Más adelante se comerciaban trajes de bioseguridad, aquellos que fueron inundando las tiendas con diferentes diseños, colores y tamaños.

Las pocas empresas que brindaban servicio de delivery o encargos de puerta a puerta, obtuvieron licencias para funcionar durante la cuarentena, por lo que creció el negocio y ahora se puede ver por toda la ciudad a conductores en sus motos, ataviados con mamelucos, cubrebocas, cascos y unas enormes mochilas en forma de caja cuadrada que llevan en la espalda.

Los comerciantes vieron que era una buena forma de hacer llegar sus productos, fueran o no de primera necesidad, a sus clientes, empezaron a anunciarse en Facebook y WhatsApp y la mayoría comenzó a ofrecer cualquier servicio a domicilio.

Cuando volvieron a funcionar oficinas públicas, privadas y bancos, lo hicieron limitando el número de personas que podían estar dentro de sus edificios, por lo que, a las afueras de aquellas se veían filas que en ocasiones daban la vuelta al manzano que alberga a esas instituciones; entonces se creó un nuevo empleo, personas dispuestas a dormir a las puertas de esas entidades para “hacer fila” por sus clientes, para que aquellos puedan descansar tranquilos en sus hogares y al día siguiente ir a realizar sus diligencias sin tener que pasar largas horas esperando para entrar a cumplir su cometido.

Y como la necesidad es la madre de la creatividad, los ciudadanos bolivianos siempre se las ingenian para crear nuevos empleos, ante los bloqueos suscitados recientemente, a través de las redes sociales, aparecieron ciudadanos dispuestos a trabajar como “bloqueadores” o “desbloqueadores”, dependiendo de la oferta de un lado o del otro, ante la falta de un trabajo que pueda llenar sus bolsillos y suplir las necesidades de sus familias.