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Miercoles 05 de agosto de 2020

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Separata 6 de Agosto

Bolivia: 195 años de insurrección y de una guerra que no se acaba

05 ago 2020

Fuente: Por: Dehymar Antezana Periodista de LA PATRIA

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Era el 6 de Agosto de 1825, la ciudad de Chuquisaca hoy Sucre lucía como nunca, bella y esplendorosa, pero no solo por el reflejo de su blancura, sino por el sentimiento patriótico que en ese momento vibraba en el corazón de todos sus habitantes y también cientos de miles que estaban diseminados por todas las latitudes del nuevo territorio, Alto Perú, que terminaba una guerra que duró 15 años, con el único fin de lograr su tan ansiada libertad.

Si bien se tuvo en mente ese propósito, la guerra por decirlo así, estaría presente en cada episodio de la nueva nación, no solo con enemigos externos, ambiciosos de apoderarse el terreno que no les correspondía como hizo Chile; una guerra mal planificada y que a Bolivia le costó no solo sangre, sino también territorio, como pasó con Paraguay.

Tampoco podemos dejar de lado, esa guerra al Norte del país, donde primó la ignorancia y la falta de sentar soberanía que al final, le tocó al país pagar una factura de muy alto precio, como lo ocurrido en el Acre.

A esas guerras, se suman otras, pero esta vez con enemigos de un mismo país, poniendo al medio, intereses personales, de grupo, económicos, de territorio, políticos y hasta religiosos. Por solo citar algunos ejemplos: La Guerra Federal, las dictaduras, las revoluciones, los alzamientos armados, los campos de concentración, pero mucho más peores, como la guerra ideológica, lavando el cerebro de miles de bolivianos, a nombre de política, para intentar dominar un país que lo único que quiere es desarrollo y unidad.

Finalmente, la guerra más reciente es contra dos enemigos invisibles, uno de ellos denominado coronavirus y el otro

bautizado como ignorancia.

LA INDEPENDENCIA

El 6 de Agosto de 1825, los diputados de los departamentos de Potosí, Chuquisaca, Cochabamba, La Paz y Santa Cruz suscribían en la Casa de la Libertad de la “ciudad blanca”, el Acta de Independencia de la nueva República.

Al momento del nacimiento, solo se conocía como Alto Perú, pero posteriormente, se le puso el nombre de la República de Bolívar, en honor al Libertador Simón Bolívar. Mientras que la capital de la nueva nación llevaría el nombre de Sucre, en homenaje a ese hombre que fue el promotor del nacimiento del nuevo país en el continente americano, nos referimos al Mariscal Antonio José de Sucre.

Fue un día sublime, pero la Independencia del novísimo territorio no fue un regalo, sino que fue el resultado de un sentimiento patriótico que latió de Norte a Sur, de Este a Oeste, en pos de liberarse del europeo opresor, que llegó a este terruño a usufructuar las riquezas naturales que poseía y hoy abandonada a su suerte, dejando como herencia, maldad, ignorancia, hipocresía y una constante rivalidad entre hermanos de un mismo país.

HECHOS

Como dijimos, el 6 de Agosto de 1825, es el resultado de esa postura ideológica que tuvo su nacimiento casi 100 años antes de la Independencia de Bolivia. Para ello, debemos remontarnos a 1739 donde afloraron las ideas revolucionarias independentistas.

Con orgullo debemos decirlo, que fue en Oruro que nació esa corriente y que por falta de ilustración en la educación actual, no se reconocen esos episodios tan sublimes de la historia del país. Uno de ellos fue el denominado “Manifiesto de Agravios”, que en realidad es un documento que traspasó fronteras, llegando incluso a los Estados Unidos, antes de su independencia.

Juan Belez de Córdova, ideólogo de ese pensamiento político, muy avanzado para la época. El desarrollo intelectual que tuvo al plasmar ese documento, lo pagó con su vida. En ese entonces se generó un movimiento que debía iniciarse con el levantamiento, sin embargo, fracasó debido a la traición.

Entre 1739 y 1780 hubo varios movimientos revolucionarios ya que el paso de los años sirvió para el adoctrinamiento de las nuevas generaciones, en ese plan. Hasta que en 1781, se puso acciones reales, cuando en Oruro, sus habitantes se levantaron en armas contra el yugo español.

No fue un simple alzamiento armado, al contrario, fue el momento oportuno para dejar sembrada la semilla de la libertad, se habló por primera vez de formar un país, libre e independiente. Quizá pudo ser el momento de hacer caer la monarquía española, pero ese lujo de pensamiento, murió debido a la traición indígena, que en ese entonces se

agarró del poder colonial.

De aquel día, pasarían casi 30 años, para que finalmente germine la tan ansiada libertad, con un nuevo episodio, la “Guerra de los 15 años”. Cada región del entonces Alto Perú aportaría con su lucha. Comenzó en Chuquisaca el 25 de Mayo de 1809, seguiría La Paz en julio.

En 1810, Cochabamba en septiembre al igual que Santa Cruz, Oruro en octubre, Potosí en noviembre, posteriormente se formaron las republiquetas que ya mostraban un parámetro de lo que se pensaba hacer más adelante.

La influencia extranjera del pensamiento libertario con Bolívar y Sucre fueron detonantes para consolidar el futuro de la América morena. Se pensó en principio hacer una sola nación, sin embargo, cada región del continente tenía sus propios intereses, motivo por el cual se establecieron de a poco su formación luego de su independencia.

BOLIVIA

En el caso de la futura Bolivia, todavía tuvo que pelear internamente. El Mariscal Antonio José de Sucre, emitió un decreto el 9 de febrero de 1825 para reunir a la Asamblea Constituyente en la ciudad de Oruro el 15 de abril del mismo año, la finalidad era crear a la nueva república.

Sin embargo, hubo varias objeciones a dicha convocatoria, principalmente por los leguleyos de Chuquisaca quienes aterrorizados por el frío de Oruro enviaron una carta a Bolívar para exigir el cambio de sede.

La idea de formar una nueva república no era compartida por Bolívar, porque él soñaba aún con un solo país bajo el denominativo de la “Gran Colombia”.

Finalmente, el 14 de junio de 1825, la Asamblea Constituyente se reunió en Chuquisaca, y había tres posturas, la de anexarse al Bajo Perú, pertenecer al Río de La Plata o formar un solo país.

Luego del debate y votación se estableció formar una República libre, soberana e independiente, el 6 de agosto de 1825. En la “ciudad blanca” se firmó el Acta de la Independencia y el nuevo país que aún no tenía nombre, nació con cinco departamentos, Potosí, Cochabamba, Chuquisaca, La Paz y Santa Cruz.

El Acta de la Independencia fue suscrito por José Mariano Serrano, presidente; José María Mendizábal, vicepresidente; José Ignacio de Sanjinés, secretario; y Ángel Moscoso, también secretario, además de los diputados de Charcas, La Paz, Potosí, Cochabamba y Santa Cruz.

A Oruro se le negó no solo ser la sede para que se firme el Acta de la Independencia, sino que también se le negó el derecho de nacer como departamento en la nueva república.

NOMBRE

El nuevo territorio que nació con el denominativo de El Alto Perú, cambió de nombre el 13 de agosto del mismo año, por la República de Bolívar, nominación que duró hasta el 3 de octubre de 1825.

El diputado potosino Manuel Martín Cruz, sugirió ponerle el nombre definitivo a la República, basándose en el argumento: Si de Rómulo viene Roma, de Bolívar que venga Bolivia. Finalmente, para la etapa de su nacimiento se logró consensuar entre los diputados y bautizarla así: República de Bolivia.

Ese nombre le duró hasta el 2010, ya que el 22 de enero, el Movimiento Al Socialismo (MAS) tuvo la idea de refundar la República de Bolivia, pero colocándole el nombre de Estado Plurinacional de Bolivia, nombre que lleva en la actualidad, luego de la reforma de la Constitución Política del Estado en el 2009.

VIDA

La vida del país no fue fácil antes de su nacimiento, no fue fácil durante su proceso de formación y consolidación como nación y no es fácil en la actualidad.

A lo largo de la vida republicana, Bolivia tuvo enemigos externos que ansiaron con ganas parte de su territorio y lo consiguieron con nefastas guerras, una de las más crueles, la Guerra del Pacífico (1879-1884). Mucha culpa, tuvieron los gobernantes de entonces, quienes no supieron cuidar la soberanía nacional y permitiendo que el extranjero haga uso y abuso de la confianza que se les brindó al permitírseles vivir como en casa.

Un personaje negro en la historia nacional, fue sin duda el cochabambino, Mariano Melgarejo, el que prácticamente dejó en bandeja de plata el ingreso chileno, quienes el 14 de febrero de 1879, toman por asalto el Litoral, quitándole a Bolivia, uno de los polos de desarrollo más importantes de su territorio, aspecto que afectaría económicamente hasta nuestros días.

Otra pérdida territorial, fue a consecuencia de la Guerra del Acre entre 1899 y 1904, fue similar a lo que pasó con el Litoral, la falta de sentar soberanía permitió que Bolivia, sea enajenada, esta vez por Brasil.

Los aciertos y desaciertos llevaron a otra conflagración bélica, esta vez con el Paraguay entre 1932 y 1935. No solo se perdió territorio, sino miles y miles de vidas, como consuelo, se escribieron páginas gloriosas de honor y valentía del Ejército boliviano, integrado por hombres de todos los rincones del girón patrio.

En medio de esos tres episodios, en el país se libraron “guerras” por decirlo de alguna manera, por el poder, lucha de ideologías, con base en intereses políticos, económicos, ideológicos, de grupo, personales, entre otros. No los describiremos porque ameritaría llenar muchas páginas, sin embargo, entre esos hechos nefastos, está por ejemplo la época de la dictaduras, que solo trajeron dolor a Bolivia. Las denominadas revoluciones, que si bien algunos las reivindican como procesos históricos fundamentales para el país, trajeron de la mano luto y dolor.

Ahora que el país, con otro nombre, cumple 195 años de Independencia, lucha contra dos enemigos también nefastos, uno de ellos importado desde Asia como es el Covid-19, que ha permitido desnudar las falencias de un sistema de salud que estuvo postergado por años, falta de organización y medios para luchar contra este mal. El otro enemigo con el cual se pelea, es la ignorancia de la gente, herencia visible de casi más de una década en la que el sistema educativo no funcionó y hoy más que nunca se pagan las consecuencias.

La lucha no termina y al parecer no terminará, por esas taras presentes que sobreviven a los siglos, convirtiéndose en el mal constante para un país que necesita ver con otros ojos su futuro.Em hilis coribus remo earuptia volenimint moloren imporibus.

Fuente: Por: Dehymar Antezana Periodista de LA PATRIA
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