Cumplidos los actos cívicos que se realizaron a lo largo y ancho del país, reiterando el clamor boliviano para recuperar el mar cercenado en una acción injusta que protagonizó Chile hace 133 años, prevalece ahora la figura de encarar la demanda nacional pero por la vía jurídica ante organismos internacionales dadas las condiciones de estancamiento en el tratamiento de una agenda de 13 puntos que se estableció con la gobernante Michelle Bachelet y que congeló al mandatario Piñera, postergando de tal modo una posible solución al enclaustramiento de Bolivia.
Una vez más se gritó a todo pulmón el reclamo boliviano, se cumplieron actos en todos los departamentos, los niños y jóvenes desfilaron en homenaje a los héroes del Pacifico, se recodaron los dramáticos pasajes de la invasión chilena al territorio boliviano, sin previa declaratoria de guerra aprovechando que la población civil de entonces era más chilena que boliviana. La causa fue un rechazo de los empresarios chilenos a un gravamen de 10 centavos que planteó Bolivia por la exportación de toneladas de salitre que efectuaban sin pagar nada a favor de nuestro país.
Se mencionaron nuevamente las responsabilidades emergentes de la injusta ocupación del territorio boliviano y la suscripción de acuerdos uno de orden comercial de 1874 que incumplió Chile y otro de postguerra el de 1904 que tampoco cumplen los vecinos, con claras muestras como las de Arica que afectan el comercio y la economía de Bolivia, pero al que se aferran para señalar que “Chile no tiene nada pendiente con Bolivia”.
Lo evidente es que más de un siglo se mantiene vigente el reclamo boliviano y ese mismo tiempo sigue vigente la tozuda posición de la política chilena que no admite el reto de encarar soluciones solidarias, fraternales y legales para una restitución de la salida al mar que fue cerrada en artera acción bélica.
Todo lo que pasa muestra que Chile no tiene intención de encarar soluciones prácticas al planteamiento boliviano que permanentemente recoge más apoyo de la comunidad internacional. La apreciación hace 8 años del ex presidente boliviano Carlos Mesa cuando dijo que “con Chile existe paz pero no amistad” cobra interés nuevamente al comprobarse que más allá del interés meramente mercantilista al vecino no le interesa el anhelo boliviano para encarar su desarrollo en uso de costa marítima.
Las relaciones comerciales se desarrollan intensamente, el gran beneficiado de ese trajín financiero es Chile, pues en los puertos de Arica e Iquique la presencia boliviana en función de carga y movimiento de millones de dólares es vital para la vida de los atracaderos chilenos. En el caso de Iquique, su zona franca vive con los capitales de centenares de comerciantes bolivianos. En Arica el movimiento mayor del 70 % corresponde a la carga con destino de o hacia Bolivia y sin embargo se ponen trabas a tales actividades en franca contravención al mentado acuerdo de 1904.
Una nueva posición aflora en el ámbito oficial boliviano al insistirse en la identificación del necesario sustento jurídico para concretar la demanda ante organismos internacionales, reclamando la restitución del territorio invadido, pero por supuesto con un fallo justo encarar también el reconocimiento de los graves daños económicos que se ha inferido a la economía de Bolivia.
Más allá de las opciones estrictamente legales que pueden o no dar resultado, los bolivianos deben revisar serena pero prácticamente la mejor estrategia que posibilite alternativas más efectivas para retomar las costas del Pacífico, esas deben estar centradas en las necesidades del vecino, gas y agua, elementos que deben conjugar en los intereses comunes de paz y amistad.
Fuente: La Patria
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