Lo único que se pide desde esta columna es que las autoridades departamentales, municipales y universitarias de Oruro sean responsables con este tema, que investiguen científicamente y se informen antes de asumir una posición; que no sean simplemente imitadores de otros países o regiones, y no sigan a ciegas lo que hacen los otros o actúen por la presión del momento, porque de ello dependen muchas vidas humanas
En torno a la utilización del dióxido de cloro en el combate contra el coronavirus o Covid-19, se ha creado una polémica entre quienes defienden que la sustancia cura al cien por ciento de los pacientes, y otra corriente señala que más bien intoxica a las personas y disminuye sus defensas, y es más, que en dosis muy altas puede provocar inclusive la muerte, en esta posición se encuentran organismos sanitarios gubernamentales como la FDA (Food and Drug Administration, por sus siglas en inglés) y el Ministerio de Salud.
Los defensores de la utilización del dióxido de cloro como cura contra el Covid-19, señalan que se tiene a 6 mil pacientes recuperados en todo el mundo. Aseguran que a los dos días los mismos ya muestran mejoría y que en caso de no estar funcionando con algún paciente, la dosis debe aumentarse.
También indican que es como consumir agua mineral y que inclusive es más saludable que las gaseosas, que no están reguladas por ningún comité médico o científico.
Según las personas que defienden esta posición, las industrias farmacéuticas no quieren autorizar el uso de la sustancia porque no les conviene que los pacientes sanen sin usar otros medicamentos, sin embargo, según señaló una de sus más acérrimas defensoras, el dióxido de cloro sirve para acompañar a otros medicamentos.
Además, quienes defienden esta posición, dicen de manera absoluta que no existe neumonía viral, sino que el virus ataca a la hemoglobina.
La otra postura es que el uso de dicha sustancia no fue aprobada en diferentes países por no contener una evidencia científica contundente ni estudios serios que respalden su uso medicinal, pues la misma fue utilizada en niños con autismo en Estados Unidos y se comprobó que en lugar de sanar los intoxicó.
Asimismo, los defensores de esta posición señalan que el dióxido de cloro es una sustancia oxidante, es decir, destruye la estructura de las células y las mata, en lugar de oxigenarlas, como defiende la postura antes expuesta.
Quienes asumen la posición contraria a la sustancia, señalan que existe una neumonía viral, demostrada mediante biopsias realizadas a pacientes con Covid-19 y que el 80 por ciento de las personas infectadas sanarán sin ningún medicamento, por lo que daría lo mismo que tomen dióxido de cloro que jugo de limón, igual sanarán.
Por otra parte, los testimonios anónimos son una fuente no confiable para asegurar que la sustancia es buena, por lo que muchos médicos dudan de la eficacia de la misma, y sostienen que un mismo medicamento no puede curar patologías que tienen características tan distintas.
También sostienen que lo que puede ocurrir es que exista un efecto placebo, y dudan de que no exista ninguna interacción con el dióxido de cloro, pues inclusive los placebos suelen generar esa interacción.
Según quienes defienden esta posición el dióxido de cloro se usa como desinfectante y en dosis muy pequeñas (0,8 mg) ayudan a potabilizar el agua, pero en dosis más altas puede resultar tóxico.
Una vez presentadas ambas posiciones, lo único que se pide desde esta columna es que las autoridades departamentales, municipales y universitarias de Oruro sean responsables con este tema, que investiguen científicamente y se informen antes de asumir una posición; que no sean simplemente imitadores de otros países o regiones, y no sigan a ciegas lo que hacen los otros o actúen por la presión del momento, porque de ello dependen muchas vidas humanas.
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