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Viernes 10 de julio de 2020

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Editorial y opiniones

Mientras unos desperdician alimentos otros sufren hambre

10 jul 2020

Fuente: Por: Limber Sánchez

Entre 1950 y 2020 la población mundial pasó de 2.500 millones de personas a más de 7.500 millones siendo una de las principales preocupaciones de la humanidad la producción de alimentos para satisfacer a dicha población. A decir verdad, el sector agropecuario hizo su parte, produjo alimentos suficientes e inclusive más, según dicen algunos expertos, obviamente recurriendo a un mayor uso de tierra, agua, etc. y no siempre de forma amigable con la naturaleza. Se estima que para 2050 seremos casi 10 mil millones personas y la agricultura tendrá un desafío bastante mayor, producir muchos más alimentos, pero luchando contra el cambio climático y cuidando los limitados y frágiles recursos naturales que nos quedan.

Dejando de lado las preocupaciones sobre el futuro de la producción agropecuaria, resulta que actualmente mas de 820 millones de personas en el mundo pasan hambre y unos 2 mil millones están en peligro de padecer hambre y estos valores están aumentado.

¿Qué está pasando entonces?, para sorpresa de muchos al menos la tercera parte de los alimentos producidos en el mundo se pierden y desperdician, más de 1.300 millones de toneladas cada año, es una cifra alarmante. Dichas pérdidas ocurren en la producción, postcosecha y procesamiento de los alimentos, pero también durante su distribución y consumo en el hogar.

Un estudio encargado por la FAO revela que, en países de ingresos altos, los alimentos se desperdician significativamente a nivel de consumo, tirándose incluso aquellos alimentos que todavía son adecuados para el consumo humano. Asimismo revela que en países de ingresos bajos como el nuestro los alimentos se pierden especialmente entre la producción y el procesamiento, aunque también se desperdician significativamente durante el consumo.

El comportamiento de América Latina y el Caribe llama a la reflexión, cada año desperdicia o pierde el 15% de todos los alimentos que dispone y los responsables son: los consumidores finales que desperdician más de un cuarto de los alimentos, los agricultores que pierden igual cantidad durante la producción y postcosecha, los encargados de almacenaje y procesamiento que pierden casi un cuarto más y, los que distribuyen y venden al detalle (mercados populares de abasto, supermercados, etc.) son autores del resto de las pérdidas y desperdicios.

Una de las metas de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, de la cual Bolivia es país miembro, dice que para 2030 se debe “reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial” y otra indica que para 2030 se debe “poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año”. Se supone que son herramientas de planificación para que los Estados, desde su realidad, trabajen para eliminar estas desigualdades.

Es increíble, en América Latina y el Caribe casi 50 millones de personas sufre de hambre y sólo evitando las pérdidas de alimentos a nivel de ventas al detalle y consumidores se podría atender el hambre de toda esta gente.

Para Bolivia, reducir la perdida y desperdicio de alimentos es una tarea pendiente, actualmente no hay datos que muestren los volúmenes reales de pérdida y desperdicio, no se conocen los eslabones de la cadena agroalimentaria que tienen más problemas, tampoco cuáles son los tipos de dificultades que provocan aquello, todavía no existe la base para planificar y comenzar la tarea. Un dato muy general de nuestro país indica que tan solo los alimentos desperdiciados en las ventas al detalle servirían para alimentar a la mitad de nuestra gente subalimentada.

Como se vio en mi última columna, la soberanía y seguridad alimentaria nacional no gozan de buena salud ya que la disponibilidad de alimentos en el mercado interno depende cada vez más de la producción de terceros países y, para colmo, parece que una parte de los bolivianos, al puro estilo de los países ricos, estamos desperdiciando los alimentos con indolencia o con inconciencia. Los agricultores y procesadores tienen su parte, pero es un tema distinto, se trata de sus carencias tecnológicas y oportunidades económicas.

Todo indica que para 2030 seremos más de 12 millones de bolivianos y para 2050 casi 14 millones, necesitaremos más alimentos por supuesto. ¿Cómo lo lograremos?, debemos planificar para producir más y mejor, desperdiciar menos, debemos ser más conscientes y más sensibles, ¡¡¡debemos ser más humanos!!!

Fuente: Por: Limber Sánchez
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