Miercoles 08 de julio de 2020
ver hoy
Cuando declina la fortaleza de un pueblo para combatir cualquier mal que lo ataca, surge el principio de que ese pueblo debe lo que es a su coraje y disciplina para afrontar las pruebas y dificultades y vencerlas. Este es el caso del pueblo de Oruro que tuvo la certeza de actuar con lo suyo al presentarse, originalmente, el virus del mal que soportamos y que en el día a día se hace difícil y más problemático en que pueden presentarse casos de debilitamiento de la voluntad y encontrar medidas que permitan “seguir haciendo lo que se hacía antes de la cuarentena”. Eso es, simplemente, debilidad de voluntad y principios y el pueblo de Oruro no puede ni debe prestarse a semejante retroceso de su voluntad de vencer a toda costa los desafíos; debe, en cualquier caso, munirse de un espíritu que aún puede ser ejemplo de valentía y fortaleza conjuntamente el resto del país.
Oruro depositó en diversas ocasiones y oportunidades su fuerza de espíritu para vencer situaciones álgidas tanto en lo económico como en lo político y social; nada arredró su espíritu porque con esa fortaleza se hizo lo que llegó a ser en el desarrollo del país y, sobre todo, en el crecimiento de su economía a base de la minería y una formalidad seria y disciplinada de su comercio y calidad de vida de su gente. Quienes no sienten “el poder de sus brazos.” de Oruro, aún no han comulgado con sus valores y fortalezas que siempre estuvieron a la vanguardia de los desafíos que sufrió el país y que requerían soluciones honestas y responsables.