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Miercoles 08 de julio de 2020

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Editorial y opiniones

EDITORIAL

Violación y castigo

08 jul 2020

Las autoridades no deben quedarse de brazos cruzados, deberían implantar programas de rehabilitación y apoyo psicológico, para evitar que ese tipo de delitos continúe en aumento

El de Esther, es uno de los casos más recientes que consternó a la sociedad en general, la pequeña de 9 años fue encontrada muerta en la acera de la ciudad de El Alto, cerca de la casa donde habitaba junto a su madre y dos hermanos, una niña de tres años y medio y un niño de nueve meses.

Según el reporte forense, la niña murió por asfixia mecánica por estrangulamiento, además, se encontraron signos de violación de data antigua, aunque no se especificó si el presunto autor del crimen también la violó, la madre de Esther, sus vecinos y conocidos, piden un ejemplar castigo, la castración química y hasta la pena de muerte para el supuesto criminal.

Otro caso ocurrió en Santa Cruz, diferente al primero, pues no existió una muerte y la víctima es un muchacho de 14 años, que era vejado por dos hombres, uno de ellos portador del VIH Sida.

Es difícil hallar una explicación sobre los motivos que tienen los perpetradores para cometer semejante daño contra otro ser humano, por lo que científicos se han hecho la pregunta sobre este tema y han investigado la conducta de muchos violadores.

En primer lugar debemos indicar que la mayoría de las víctimas son mujeres y la mayor parte de los perpetradores son hombres, pero hay de todo. Los perfiles de los victimarios son tan variados que no se puede especificar un patrón de conducta exacto, sin embargo, se hallaron ciertos rasgos que los violadores tienen en común.

Según esos rasgos comunes de los que violan, la mayoría de ellos lo hace sin darse cuenta siquiera que se trató de una violación, en general admiten que lo hacen sin el consentimiento de la víctima, pero no consideran que hayan violado a la misma, no por psicópatas, sino porque son humanos, o sea “nadie cree ser una mala persona”, aseguró la editora de la revista Psychology of Violence, Sherry Hamby.

La psiquiatra turca Sahika Yuksel asegura que “la violación no es un acto sexual. La violación es una agresión, está relacionada con la voluntad de ganar. Trata de hacerse con el control de un objeto -la mujer se convierte en un objeto-, trata del poder”. Esto explica por qué las víctimas también pueden ser varones, pero es evidente que se trata de personas vulnerables, porque son adolescentes o niños.

También son víctimas las ancianas, niñas y hasta bebés, lo que lleva a la conclusión de que los perpetradores violan “porque pueden”, ya que generalmente las víctimas son de menor edad o tienen menos fuerza. Otra de las razones es que se suele culpar a la víctima de lo que le ocurrió, sobre todo si son mujeres, pues se hace énfasis más en el momento del día, que si bebía o no, su vestimenta y detalles que apuntan a que ella lo provocó. Finalmente, los medios de comunicación, difusión y redes sociales pueden influir cuando se muestra mucha pornografía de contenido muy fuerte y perverso, y también está el hecho de que existen comentarios que alientan esa conducta, ensalzando al hombre que “domina a las mujeres”, a las que se refieren con insultos o palabras de grueso calibre.

Sobre los castigos, ¿cuál sería el ideal?, ¿encarcelar a los violadores?, ¿la castración química?, ¿la muerte? El sistema penal de Bolivia no prevé la pena de muerte, la pena máxima en caso de feminicidio son 30 años de prisión, sin derecho a indulto, medida supuestamente para aislar al criminal de otras posibles víctimas para evitar que haga más daño.

Yuksel asegura que en su país existen programas de rehabilitación para perpetradores, y que “el riesgo de que vuelvan a delinquir es mucho menor que el de aquellos que no reciben ningún tipo de ayuda cuando están en prisión”.

En general, encerrar a personas con otros malhechores puede ser contraproducente, en lugar de modificar la conducta del violador para bien, puede que aquel reciba malas influencias en la cárcel, por lo que si llega a salir de prisión puede cometer el mismo delito con más saña.

Pero las autoridades no deben quedarse de brazos cruzados, deberían implantar programas de rehabilitación y apoyo psicológico, para evitar que ese tipo de delitos continúe en aumento.

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