Viernes 26 de junio de 2020

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Discurrir sobre los cementerios nos lleva inexorablemente al tema de las lenguas muertas. Hubo muchas, quizás tantas como islas. Por qué unas se perdieron en tierra firme y otras se hundieron en el mar es una pregunta a la que no puede contestar sólo la filología. Algunas palabras que formaron parte de su acervo quedaron esparcidas o subordinadas en diversas lenguas vivas: es difícil descifrarlas porque son resistentes y duras, inmemoriales y aisladas. Los coleccionistas de palabras antiguas formulan propuestas interesantes que generalmente no son prácticas: confunden las palabras y las cosas, creen que cada palabra garantiza la cosa indicada e incluso puede suplirla. Sin embargo, gracias a ellos algunos archivos se convirtieron en santuarios. Casi todas las ciudades mediterráneas disponen por lo menos de uno de estos archivos, público o privado, abierto o secreto, al igual que de un cementerio, por lo menos. El Mediterráneo es a la vez un enorme archivo y un sepulcro profundo.
Fuente: Pedrag Matvejevic en: Breviario mediterráneo