Corpus Christi, presencia de Cristo

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El Corpus Christi (Cuerpo de Cristo), es un día de fiesta para los católicos y su celebración data del siglo XIII, cuando se dio base a la conmemoración de la eucaristía y la presencia de Jesús entre los hombres. Los datos refieren también que su origen se remonta al denominado "Milagro de Bolsena" que ocurrió en Italia en el año 1264, cuando al momento de consagrar la Hostia esta empezó a sangrar dejando a los fieles una muestra de la presencia del Hijo de Dios.

Son hechos que marcan actos de fe de la grey católica y que implica el cumplimiento de reverencia especial, pues se trata de la rememoración que comprobados como han sido, permitieron dar muestras de la presencia de Cristo, como el milagro de Bolsena, que relata la acción de un sacerdote que al momento de consagrar la hostia, ésta empezó a sangrar y el lienzo sobre el que coloca el cáliz y la hostia quedaron manchados como prueba de lo ocurrido. Debido a ese milagro se realizó una gran cruzada de adoración a la sangre y cuerpo de Cristo y tal suceso impulsó al Papa Urbano IV construir la catedral de Orvieto, al norte de Roma, como una señal inequívoca de reafirmar la "verdad sustantiva" de la presencia de Cristo entre la gente a través de la Eucaristía.

Lo importante de rescatar esos hechos es que los mismos deben llevar a los católicos a serenas reflexiones sobre el mensaje del Hijo de Dios, cuya presencia permite un reencuentro de fe y un compromiso de servicio con la comunidad y la familia, es más, un destacado Obispo boliviano, explica que el sentido trascendental y espiritual de la fiesta del Corpus Christi, tiene que ver con los valores de justicia, solidaridad y fraternidad que todos debemos practicar.

Es una celebración de fe en un tiempo especialmente crítico como el que vivimos, con una pandemia que asola miles de hogares en el mundo, en el país y en nuestra ciudad, esta celebración es también una oportunidad para renovar la fe de los católicos de vivir el sentido de la adoración al Santísimo Sacramento de la Eucaristía y pedir al Divino Maestro, librarnos de la peligrosa contingencia que arrastra un virus desconocido y letal.

Estamos en la jornada precisa para hacer realidad ese "encuentro" que exige del creyente una madurez en su fe y una disposición total para vivir y testimoniar esa sintonía espiritual con Jesucristo, pan de vida y bebida de salvación. Es un día especial para unir la familia, para gozarlo al amparo del Cuerpo de Cristo.