Viernes 29 de mayo de 2020

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Cultural El Duende
Recuerdos entrelineados
29 may 2020
El poeta y guitarrero Alejandro Canedo, amigo cercano de Cayo Salamanca, comparte un breve texto y un poema que lo evocan
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(...) Detrás de aquella apariencia providencial, detrás de su respirar farragoso mientras interpretaba huayños, khaluyos o gatos (hidráulicos) con su "gusano" (concertina) mítico, se prodigaba una inconmensurable ternura. A su lado estabas arropado, protegido, con una tranquilidad singular y con la certeza de haber encontrado un hogar, una familia, sí, una familia? pero elegida. Por eso el Cayo era un hombre singular, raro, precisamente por esa su capacidad de ternura; ¡era tan dulce! y mucho más con ese su acentillo quechua que te abrazaba y -por qué no- consolaba. Un ser de "corazón paternal y amigo", como dice la cueca del Willy (Claure).
Un enorme músico, claro; compositor e intérprete. Y en esto último, me parece que el Cayo era un gran versionista, porque con su "gusano" las canciones se revitalizaban. Por ejemplo, para las cuecas Soledad y Rosa Carmín les tejió introducciones personalísimas, que él llamaba piazzollanas, evocando al gran compositor argentino (y cuya obra amaba). Pero, ya luego, en el desarrollo de las piezas, sus versiones enriquecían la historia de la cueca, era pues un poco distinta, aunque con la estructura narrativa básica, pero con otros senderos, otras honduras, otras constelaciones; no es así nomás lograr eso, lograr que no sea lo mismo escuchar una Soledad con un conjunto de seis músicos que escuchar una salamanqueada con gusano. Así, cuando el gusano jugueteaba entre sus manos portentosas, él cerraba sus ojos y se convertía en música, colmando el alma del público. Y bueno, también fue mentor, no solo del Willy (quien, como sabes, le considera su "padre musical"), sino de muchos y muchas artistas que se reclaman discípulos y discípulas del Maestro Salamanca.