En esta cuarentena, es cierto que no es lo mismo el estar para unos y otros; los unos construyen su circunstancia virtual mediados por las redes sociales para mostrar en los selfies el lado de una aparente felicidad; mientras para una mayoría su circunstancia real muestra el lado de una miseria; desigualdad social que hace pensar en su insostenibilidad. En este ámbito, parafraseando a Hegel diríamos que los primeros seleccionan lo que quieren mostrar o, mejor, lo que quieren ser; entre tanto, para los otros su realidad está como predefinida; es decir, lo irreal es real y lo real es irreal.
Al decir circunstancia, en su extensión nos referimos a los espacios temporales que se ocupan tanto en la casa, piso o domicilio como en las calles y; esta vez, al espacio que se nos otorga por decreto: el de un metro; denominado "distancia social" que se complementa con la restricción a la locomoción humana y barrera al diálogo en el transporte público que no son sino condiciones en nombre de la seguridad para evitar el contagio y la propagación de la epidemia.
¿Qué connota la distancia social? Se dice por los medios que estamos distanciados para estar juntos mañana. En realidad, la distancia social cuestiona los vínculos otrora de la comunidad, al menos familiar; y despierta la desconfianza hacia el otro. Algo más, esa distancia social esta reforzada por el barbijo cual máscara que impide leer la sinceridad que pueda brotar en las palabras de alguien.
La distancia social, es decir, la distancia prudente entre las personas, la proxémica, permite modalidades de comunicación interpersonal y no necesariamente verbal; además posibilita ciertas particularidades como las posiciones del cuerpo y el tiempo en esas esporádicas relaciones sociales y en contextos culturales diferentes. Pero ¿cómo saber que tras el barbijo se esconde, la sonrisa, el amor, la sensibilidad por la humanidad tras esta tragedia social e inaugurar auténticos lazos de comunidad? ¿O bien, esa desconfianza instaure el odio, el nacionalismo porque ve al otro como amenaza a su circunstancia social? ¿O bien, acelere la idea extremista del clasismo, el virus histórico inyectado por los partidos políticos?
En verdad, el Covid-19 siembra un discurso del aislamiento social en la humanidad, y esa es la distancia social; pero también despierta lazos de solidaridad como la asistencia circunstancial a los más necesitados. Siendo así: ¿es esa suerte de solidaridad la que permite anhelar e imaginar con una sociedad digna y pan? ¿O en cambio, como diría Freud, es una simple solidaridad como instinto de supervivencia anclada en el egoísmo?
Si fuese lo otro, ese es entonces el momento excepcional para elucubrar, al menos, por ciertas reivindicaciones sociales e ideológicas más allá de las estrechas visiones corruptibles de las izquierdas y derechas. O al menos, reflexionar en este escenario complejo que ha sido el Covid-19 que desnudó las nulas políticas de salud; así como los sistemas económicos racionales y sistemas democráticos al servicio instrumental de una élite egoísta.
Fuente: Por: Nestor Suxo Ch.
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