Viernes 22 de mayo de 2020
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Editorial y opiniones
EDITORIAL
Desesperación por reiniciar comercio
22 may 2020
Estamos ingresando a la última semana de mayo, con la esperanza de que al finalizar el mes sea propicio un cambio en la modalidad de la cuarentena, si la misma tendría que persistir. Hay mucha gente que está más de un mes sin trabajar, no recibe ninguna ayuda específica para reemplazar sus ingresos, mientras que otra parte de la población, debe realizar variedad de gestiones hogareñas que no las puede cumplir con el riesgo inminente de confrontar perjuicios de daño directamente familiar.
La aparición de un comercio irregular y por lo mismo ilegal es un hecho patético en nuestra ciudad, ante la desesperación de la gente, principalmente la que hace comercio y está atravesando por una crítica situación y al mismo tiempo por un enorme contingente de ciudadanos urgidos por lograr un reabastecimiento de productos hogareños, especialmente los alimentos de primera necesidad que ahora escasean en los mercados y que han subido de precio descontroladamente.
Las necesidades son tan urgentes que contraviniendo disposiciones municipales y de la Gobernación, la ciudadanía desafía consecuencias ante las necesidades de subsistencia. Comerciantes, una mayoría informales ganan algunas calles de la ciudad, incluso la galería de la Gobernación, la Plaza Principal y calles aledañas a los mercados, para improvisar puestos de venta con variedad de productos, desde alimentarios, hasta un surtido de baratijas, increíblemente de requerimiento ciudadano, llámense hilos, agujas, lana y otros de uso rutinario como detergentes y desinfectantes.
El cumplimiento de las normas establecidas por la cuarentena ampliada, se aprecia en ciertos niveles de la colectividad, que en ciertas circunstancias responde más a sus necesidades, haciendo un salto a las prohibiciones que de verdad son extremadamente limitantes, si por la queja de mucha gente, hay que convenir en que la autorización de circulación por los números de cédula de identidad complica y restringe las necesidades de ciertos elementos imprescindibles en los hogares y que no pueden esperar turnos numéricos, además de que con el carnet en la mano, no hay transporte público, mientras muchas urgencias son peligrosas y molestosamente postergadas.