En países diversos y ricos étnicamente como los latinoamericanos, es primordial para el progreso ininterrumpido conocer, practicar y ejercer la aculturación, pues indefectiblemente permite enriquecer la cultura, desarraigarnos de eventuales sentimientos discriminatorios y racistas, hasta lograr el benéfico y estable entendimiento en la diversidad; en resumen genera paz.
Por ello era obligatorio en esta columna acercarse etimológicamente al vocablo pues la palabra llegó del idioma inglés como un préstamo idiomático a nuestra antropología en idioma español.
Surgieron, en un principio, las turbulencias propias del fenómeno que trata de definir, así, unos consideran dicción correcta decir la que expresa el sentido que le asignan los norteamericanos, es la aculturación; otros afirman con el movimiento de la acción y debe ser transculturación y finalmente otros utilizan los dos términos o voces con distinto sentido semántico.
En este punto, el lector infiere que un examen meditado del vocablo es útil y necesario, precisamente para evitar situaciones polémicas, como los cambios semánticos que trastocaron la original acepción de cultura que, de cultivo pasó a expresar formas de vida.
Lo importante es que el significado es invariable en la partícula formativa que tanto en latín como en inglés denota cercanía, unión y contacto; por consiguiente aculturación expresa o quiere decir contacto de cultura.
Por la brevedad que impone la columna, es vital afirmar que a todo latinoamericano le interesa conocer la importancia que detectó al principio sobre la etimología, y tiene su razón de ser debido a los constantes errores que sean cometido y aun se cometen a partir de la introducción al español de la voz transculturación.
Esta voz ha seguido usándose y lo más grave es que se le ha asignado una acepción distinta de aculturación, así, ejemplificando: se dice que transculturación denota cambio exógeno (externo) generado en una cultura por influencias externas, en tanto que aculturación engendra el cambio endógeno, es decir interno, intrínseco; afirmando que aculturación es una fase de la transculturación.
Concluyendo, y a plácemes de la concisión se desecha la confusión que esta polémica ha propugnado y al uso de la aculturación, en exclusión de cualquiera otra, se le asigna el significado ya establecido que el concepto tiene en antropología.
Entonces, para no dejar sin esclarecer este punto los antropólogos definen: la aculturación comprende aquellos fenómenos que surgen cuando grupos de individuos de cultura diferente entran en contacto continuo y directo con subsecuentes cambios en los patrones, moldes o paradigmas originales de uno o ambos grupos.
Esta definición ostenta como el pensar movimiento, así, aculturación debe ser distinguida o diferenciada de cambio cultural del cual es sólo un aspecto y de asimilación que es, a intervalos, una fase de la aculturación.
(*) Es abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior (UMSA), Filosofía y Ciencia Política (CIDES-UMSA, maestn).
Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Conciliación y Arbitraje (Especialidad), Derecho Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y la Aviación Comercial, Madrid) doctor honoris causa en HUMANIDADES con tesis aprobada (IWA-Cambridge University, USA)
Fuente: Por: Dr. Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
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