"Los ojos de la oscuridad" predijo la pandemia

Es una novela terrorífica que circuló allá por 1981; es decir, hace casi medio siglo. El autor es el norteamericano Dean R. Koontz. Cuando se publicó, nadie advirtió que era una ficción que, corridos los años, se aproximaría asombrosamente a una trágica realidad que está viviendo hoy el mundo. También se conoce como "Wuhan - 400 "porque fue desarrollada en un laboratorio de manipulación genética en las afueras de Wuhan, una ciudad comercial china con algo más de 11 millones de habitantes. Koontz imagina en la novela como un arma perfecta para doblegar a cualquier enemigo potencial.

No es la primera vez que se dan a conocer este tipo de predicciones. Hay una misteriosa secuencia entre la ficción y la realidad. Unas veces, es la ficción que se adelanta, casi exactamente, a algún suceso de la realidad; otras veces, es ésta la que revela contornos de ficción por su extraordinaria cuota de incredulidad.

En su habitual programa de conversaciones dominicales por el canal CNN, el periodista Andrés Oppenheimer entrevistó no hace mucho a un historiador político, Allan Lichtmant, y le preguntó qué hace para acertar, como si adivinara, la sucesión de presidentes de los EE.UU., a lo que el analista respondió: "Lo que hago es analizar exhaustivamente los antecedentes del personaje y la situación histórica que le rodea; siguiendo esa proyección, suelo vaticinar quien será el próximo ocupante de la Casa Blanca. Eso es todo. No soy profeta ni adivino". Y qué me dice usted de Donald Trump, ¿será reelecto?, le preguntó el periodista. "Podría ser reelecto si es que no prospera el impeachment de los demócratas".

Pero el más famoso pronosticador de sucesos históricos es sin duda Nostradamus. (1503 - 1566). Nostradamus es un enigmático profeta que deducía del conocimiento de los astros el destino humano y la suerte de algunos personajes conocidos. Lo admiraban por sus raras facultades y su memoria infalible. He aquí una anécdota que ilustra su clarividencia. Nostradamus se paseaba por las calles de Génova, cuando de súbito, poniéndose de hinojos delante de un sacerdote de sólo 22 años, lo trató de "su santidad". Años más tarde, ese sacerdote se convirtió en el Papa Sixto V.

Se sabe que estudió letras, medicina y filosofía. A lo largo de su extraña vida solitaria vaticinó la ocurrencia de más de una pandemia que diezmó la población mundial, y varias veces pudo evitar su propagación con unos menjunjes de su invención. Y ahora, a propósito de lo que nos pasa, sería conveniente que alguien se animara a examinar sus crípticos proféticos; a lo mejor está allí algún brebaje que nos pueda liberar de ese maldito parásito, que se ha llevado ya a muchos miles de ciudadanos.

Y para no descompaginar con las pandemias de este tiempo, Bolivia se incorpora con una estupenda novedad. Mientras el mundo lucha contra el coronavirus, aquí encontró unos conspicuos aliados. Son seres de mentalidad primitiva, exhumados de un remoto pasado (ellos mismos han calculado 500 años); bloquean caminos y calles rechazando la cuarentena. Cochabamba, como es una ciudad sin ley ni autoridad, está convertida en un gigantesco foco de infección. Los terroristas impiden el acceso de los carros basureros al botadero de K´ara K´ara. Son los bolsones negros del voto duro. Entre otras cosas, exigen que pronto se realicen las elecciones. Deben tener un nuevo plan para cometer otra vez el fraude.

(*) Es columnista independiente

Fuente: Por: Demetrio Reynolds (*)