Entre lo malo y lo peor

Con esa apreciación radical, pero racional y profesional, se ha hecho referencia al funcionamiento de las "cámaras de desinfección" que se han puesto en funcionamiento en algunas instituciones y que obligan a los ciudadanos pasar por una instancia de desinfección que no es otra que una mojazón con un preparado de agua, lavandina y algún desinfectante que ocasiona molestia en las personas, pues el procedimiento de un supuesto ataque al coronavirus, es un atentado a la salud de las personas.

Muy claramente se ha explicado que las cámaras de desinfección, se pueden convertir en recintos de infección directa, considerando que por efecto del obligado lavado se activan más virus latentes en ropa, zapatos y en el mismo sitio, donde puede estar también el coronavirus, alojándose en la humanidad de cualquier vecino sometido al proceso de lavado.

Lo importante es tomar en cuenta la recomendación del Comité Científico de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), cuyo criterio es simple al señalar que "las cámaras de desinfección no son ninguna garantía para el objetivo de aislar al virus de las personas", al contrario se menciona que se trata de un peligroso y molestoso método que no ha sido sugerido por ninguna organización mundial de la salud, por lo tanto su aplicación es anormal e irregular.

Lo importante dicen los médicos, es cumplir con el uso de barbijos de manera general, el uso de guantes especiales obligatoriamente para vendedores de todo tipo de productos alimenticios, evitar el contacto directo entre personas, preferiblemente ni siquiera a un metro de distancia, cuidar estornudos y tos, sin tomar previsiones de cubrir la boca, incluso con la parte interior del brazo. Utilizar en lo posible "expedidores" tipo spray que se vende en farmacias y cargarlos con alcohol blanco para rociar las manos y objetos, con la frecuencia que fuera necesaria.

La parte seria de este proceso de cuidado, está en directa responsabilidad de la ciudadanía, desde el cumplimiento de normas en el hogar, cuidados especiales con los niños y jóvenes, también con adultos mayores y el acatamiento disciplinado de las restricciones vigentes, una opción muy clara para evitar la propagación del mal, evitando además el peligro de contagio que se produce al interior de las peligrosas cámaras de mojazón que no cumplen la función para la que han sido instaladas.

El soporte institucional tiene que estar en personal de la Alcaldía, efectivos policiales y en su caso militares, para exigir que las personas que transiten en la ciudad, por especiales necesidades, cuando así lo determina la numeración de su cédula de identidad, lo hagan de la manera más rápida, cuidando distancia y el uso de los elementos recomendados por autoridades de salud. Estamos ante una disyuntiva muy delicada, elegir entre cuidar nuestra salud personalmente y suprimir el paso por una peligrosa regadera.