Lo malo fue mucho, lo bueno muy poco

Hay narradores, analistas y estadistas, que observan el paso del tiempo, en un periodo de la historia reciente del país, señalando que el balance más correcto nos muestra que predominan muchas cosas malas y hay que reconocer ciertas y pocas cosas buenas. Es que se trata de un proceso que se acabó intempestivamente, ante el reconocimiento de un delito comprobado que afectaba la democracia, vulneraba los derechos ciudadanos y ponía al país ante la alternativa de soportar otro ultraje o ponerle freno a la intolerancia. El pueblo optó por defender sus derechos, acción suficiente para la huida de personajes que hicieron de sus discursos, los más entusiasmados y mentirosos factores de engaño a la colectividad.

Y no es cuestión de dañar a nadie, pero los recuerdos de tanta irregularidad son difíciles de olvidar, más aún si como resultado de los mismos han quedado problemas que confronta la comunidad, cuando en la actualidad y por la pandemia que nos ataca, establecernos que la construcción de hospitales fue parte discursiva de última hora en un régimen que se acabó solo.

La educación otra prioridad de Estado, no pasó de ejercicios docentes y pruebas experimentales con un alumnado masivo que no alcanzó a entender los programas de "transformación educativa". Por lo que se sabe, en la nueva estructura educativa, habrá que volver al sistema que se alteró una década.

Hay que reconocer que hubo algunas cosas buenas, se mencionan entre esas las nuevas carreteras, de doble vía y asfaltadas, consolidando la integración de buena parte del territorio, mejor no hablar de sus costos, pero sí de su utilidad práctica. Aumentaron algunas escuelitas en el área rural, sólo que algunas tienen pocos alumnos y un solo maestro. Predominaron las canchitas de futbol, algunas que ya no tienen su alfombra verde, mientras poblaciones rurales siguen reclamando centros médicos para salvar muchas vidas.

Los planes de desarrollo muy dispersos no igualaron, ni remotamente los gastos excesivos que se efectuaron en construcciones suntuarias, en pagos millonarios por viajes en un lujoso avión, o frecuentes vuelos en helicópteros, además de favorecer a militantes afines o pagar costosas facturas de propaganda en medios oficialistas de comunicación.

Es importante recapacitar en función a hechos reales, para no seguir en la nebulosa de una larga gestión, que tuvo pocas cosas buenas, muchas malas, se dilapidaron recursos públicos, se descuidaron los servicios de salud y educación, principales factores de una vida feliz. Este es un tiempo de tolerancia justificada por la pandemia. El país necesita vivir en paz y armonía, respetando los derechos de unos y otros.