Coronavirus confirma falencias

Algo cierto es que evidentemente, de aquí adelante tendremos que vivir en un nuevo esquema producto de los resultados de un cambio obligado que nos impone el coronavirus a su paso, implacable, peligroso y doloroso por las consecuencias que deja y que las sentimos claramente al observar una serie de falencias en un modelo administrativo que parecía regular y que, tras el sacudón del virus, comprobamos que hay mucho por cambiar.

Algunos entendidos en materia social, otros en economía estatal y los ciudadanos sometidos a normativas de emergencia, descubren que estuvimos viviendo una realidad de atraso social, con una administración deficiente que se movía al calor del entusiasmo de algunos seudo líderes, pero muy alejados de las verdaderas necesidades de la comunidad.

La pandemia del Covid-19 que obligó a las autoridades a imponer medidas de previsión y autorizar sólo algunos días para abastecimiento de comestibles, resultó un fracaso, pero la necesidad impuso un cumplimiento que pudo causar la propagación del mal, porque la ubicación de nuestros mercados, en realidad sólo dos operativos como el Campero y el Bolívar, generaron presencia de mucha gente en espacios muy estrechos. El mercado Fermín López, es parte patio de comidas y comercio variado que no cumple su condición de centro de abasto comunitario. Los otros mercados de la ciudad propiamente no funcionaron, porque su estructura y servicios son inoperables.

En cuanto al transporte público, no faltó un comentario al señalar que estos días volvió la paz citadina, sin congestionamientos, pero además disminuyó ostensiblemente las emisiones de gases que dañan el medio ambiente y el estruendo de bocinas que afectan el sentido auditivo. Lo que sí se sintió fue esa ausencia de movilidades para llegar desde los barrios al centro de la ciudad y viceversa, una acción que sucede cotidianamente entre apretones, pisotones e inseguridad en los estrechos y atestados motorizados que por efectos de seguridad y comodidad debieran ser sustituidos por otras cómodas unidades delineadas para transporte de pasajeros.

La presencia del Covid-19 puso en aprietos a nuestras autoridades, cada una con la responsabilidad de garantizar la salud de las personas, su seguridad y su comodidad, aspectos que no coincidieron en su aplicación, generando justificadas protestas, que pudieron evitarse si se disponían alternativas más prácticas, menos rígidas y mayormente al alcance de la mayoría ciudadana alterada en su modus vivendi y enfrentada a un complicado proceso de emergencia, sin medidas que alivien la presión de saberse expuesta a un virus peligroso, que aún no puede ser controlado y por lo mismo, su presencia somete a cumplir restricciones que con urgencia deben ser ajustadas a las necesidades del pueblo, pero armonizando disciplina y respeto general.