Jueves 07 de mayo de 2020
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Nadie puede saber, por ahora, cuánto durará la pandemia del coronavirus. Tampoco hay certeza sobre cuándo se dispondrá de una vacuna eficaz. Pese a lo grave que se presenta el mal, la humanidad no se extinguirá, como vaticinan algunos agoreros.
A Bolivia ha llegado el coronavirus en un momento político delicado. Al gobierno de la Presidente, Jeanine Áñez, en el corto tiempo de funciones, además de recuperar las libertades democráticas, le ha tocado enfrentar esta grave pandemia, heredando un sistema de salud abandonado por casi tres lustros, y carente de recursos y medios. Y lo increíble: recientemente se encontraron ocultos implementos de salud y medicinas, ciertamente con el afán de perjudicar la acción del Gobierno en esta emergencia. Superar esto fue, y aún es, una tarea inmensa.
Cuando un mal, como el que provoca el coronavirus, se esparce y afecta a tantos ciudadanos y se vuelve una amenaza grave para la sociedad, lo que se espera es que se abandonen mezquinos intereses políticos. Es, ahora, cuando más se necesita unidad y esfuerzo compartido. Lamentablemente esto no sucede. Parece que la llegada de la pandemia, ha incentivado el revanchismo, la intolerancia, el matonaje, las pedreas y los bloqueos de calles y caminos. Los autores de esta avalancha de violencia, que ya linda con una abierta conspiración, cuentan con una mayoría parlamentaria -ya no representativa del sentir ciudadano- y que está dispuesta a cometer cualquier disparate, si así daña al Gobierno.
Fuente: Por: Marcelo Ostria Trigo