Viernes 24 de abril de 2020

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El derrumbe de precios internacionales de materias primas no renovables, como en el caso nuestro, el petróleo y más propiamente el gas, implica un grave riesgo al futuro de la economía, lo que además se traduce como un "bajón que frena el desarrollo".
Varios países de la región latinoamericana, desde el norte, las de Centroamérica y llegando hasta nuestro continente Sudamericano, tienen economías dependientes en mayor o menor grado, de las ventas de sus riquezas naturales, entre otras especialmente las "no renovables", hidrocarburos y minerales. Se suman a ese conjunto de opciones otros productos de origen agro- ganadero, como la soya, azúcar, arroz y en algunos casos maíz, la quinua y hasta la carne vacuna, para pasar a las manufacturas y ciertos materiales propios de las industrias diversificadas. La economía de cada país se desarrolla en función a lo que más produce y exporta, y en tan extrema situación, la dependencia, es el margen restrictivo para el crecimiento.
En tiempo de bonanza en nuestro país, con buenos precios para el comercio de minerales, los ingresos sirvieron para costear los proyectos de promoción política de los gobernantes de entonces, entregando "canchitas de futbol alfombradas" o sedes sindicales, además de un edificio descomunal sin ningún beneficio social. No se adoptaron previsiones, por lo mismo no se escuchó a los mineros que pedían el restablecimiento de un banco minero, con recursos para apoyar proyectos mineros o para salvar emergencias en tiempos de "vacas flacas", que se presentaron con inusitada frecuencia.