Volquemos la página marítima

No significa olvidar la historia o renunciar a nuestro derecho de reivindicación marítima, son aspectos que los bolivianos defenderemos de manera permanente, pero dadas las circunstancias de un fallo emitido en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, lo que se aconseja es guardar prudencia y evitar alborotos que distorsionen el verdadero sentido patriótico de un reclamo que debe alcanzar otra dimensión de solidaridad y justicia.

Han transcurrido 10 días de la celebración del Día del Mar, hasta el pasado año en un contexto de abierta demostración cívica, exigiendo al país usurpador una muestra de respeto a los derechos de soberanía y una demanda considerada justa para que fines solidarios, por encima de políticas conservadoras sigan predominando en un ambiente de terquedad y egoísmo que fue "avalado" en el tribunal de la CIJ y que establece implícitamente nuestro silencio forzado.

De algo sirvió el golpe que nos asestó La Haya, nos hizo despertar de un sueño y fantasía que estaba lejos de ser real en el plano reivindicativo, los hechos nos mostraron con clara evidencia, la débil gestión marítima que durante más de un siglo alentamos con cánticos, discursos y desfiles, cuando la estrategia tuvo que ser otra para mostrar la evidencia y la realidad de un saldo negativo que dejó una guerra injusta y que económicamente significa un millonario daño a nuestros derechos de progreso con libertad y justicia.

El tratamiento de nuestra reivindicación marítima, transcurrió la mayor parte del siglo y más que perdura en el tiempo, sin que se tomen recaudos jurídicamente sólidos para encarar una demanda en defensa de nuestros derechos. Fallaron los gobiernos, ninguno asumió responsablemente su deber de recuperar el territorio que Chile nos asaltó. El abrazo de Charaña, pareció abrir las puertas de una conciliación y el tema quedó entre las botas de gobiernos militares.

El asunto marítimo siempre se manejó como parte de un pedido que afloraba al llegar el Día del Mar y el resultado de gestiones encaminadas en el anterior gobierno, nos mostraron la falta de estrategias claras y concretas para justificar ante un jurado inexorable, que nuestro reclamo es parte de una dolorosa historia de daños a nuestra integridad y economía, al privársenos del uso de nuestro rico territorio y el acceso soberano al océano Pacifico.

Dadas las condiciones en que ahora debatimos ese tema, no menos preocupante ante otro juicio por cuestión de aguas como la propiedad boliviana sobre los manantiales del Silala, nos corresponde como derecho inalienable reclamar el cumplimiento inexorable del Tratado de 1904 y exigir a Chile el respeto a las normas de ese documento que es la garantía a nuestra soberanía.