Negocios de ropa usada

A no dudarlo, el negocio de ropa usada en nuestra ciudad se ha generalizado en cierta zona urbana en varias cuadras y entre dos centros de abasto, los mercados Campero y Bolívar. La gente que busca esa mercadería ya conoce la ubicación de estos negocios, tiendas abarrotadas de una variada cantidad de prendas de vestir, desde las más íntimas, pasando por las de uso corriente, ofertando calzados, calcetines, ropa deportiva, y al gusto de hombres y mujeres de todas las edades. Hay de todo para todos. La característica que sobresale según los compradores, es el precio bajo, competitivo para la compra de ciertas prendas que en circunstancias normales (nuevas) no podrían comprarse.

Cuando se averigua procedencia, la respuesta es generalizada, llega de la China y lo más interesante con marcas internacionales, de ahí que de manera especial para ciertos jóvenes compradores, la ropa usada es gran oferta.

Cuando se analiza la vigencia de los negocios de prendería usada o ropa china, su instalación es legal, sin embargo se recuerda que existen en el país prohibiciones concretas al comercio de ropa usada y que también se limitaron las importaciones de ropa china, aunque, rompiendo toda normativa legal, predomina el comercio ilegal del contrabando que sigue surtiendo y en gran cantidad los comercios de mercadería prohibida, incluyendo las ferias del Norte y Sur de la ciudad.

Se han planteado decisiones radicales para eliminar este comercio irregular y en el anterior gobierno, se dictaron medidas, pero en los hechos la permisibilidad era latente con fines estrictamente políticos, pues los comerciantes informales que se proveen del contrabando suman miles, no causan problemas y muestran una silenciosa lealtad a "toda prueba", mientras pueden vender su millonaria mercadería.

Este es un problema, vigente en toda su magnitud y demostrada su abierta competencia con la industria nacional, que en verdad no puede competir con precios, diseños y marcas de la ropa usada e importada de China lo que obliga a disponer de urgentes medidas para frenar algo ilícito que el anterior esquema no quiso enfrentarlo, pero que constituye una afrenta al esfuerzo de nuestra industria.

El proceso en defensa de nuestra industria debe completarse con políticas especiales que incentiven a nuestra industria, a través de planes especiales en materia de apoyo crediticio, menos burocracia en formalización de trámites, impuestos justos y pleno respaldo a las condiciones productivas que realmente faciliten su comercio, demostrando calidad, duración y precios competitivos.

Nuestra industria puede, pero necesita estímulos y lo más importante, medidas que eliminen la competencia ilegal, como el contrabando y el funcionamiento de negocios abarrotados de mercadería china, barata pero de dudosa calidad.