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Domingo 15 de marzo de 2020

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Revista Dominical

Para descubrir los secretos del narcotráfico

15 mar 2020

Fuente: Por: Homero Carvalho Oliva

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El narcotráfico en Bolivia llegó a institucionalizase en el poder político de tal manera que a nadie sorprende que los gobiernos de turno sean cómplices de productores y exportadores de la droga que deja inmensas cantidades de dinero que es lavado para mejorar la economía nacional. Sin embargo, el tema no ha sido analizado aún con la suficiente seriedad para comprender el fenómeno en su verdadera dimensión. Recuerdo que, en un debate acerca de la realidad nacional en una clase de Sociología del Derecho, un estudiante que se identificó como capitán de policía nos aclaró que el verdadero problema de Bolivia no es político ni ideológico, "el verdadero problema de nuestro país en el narcotráfico y cualquier gobierno que suba va a tener que pactar con ellos. Ustedes no tienen idea del volumen de droga que se mueve en el Chapare".

El gobierno de Evo Morales expulsó a la DEA, pero el narcotráfico nunca se fue y cobró inusitada fuerza amparada por ciertos ministros de Estado, tal como se lo puede comprobar con denuncias que lamentablemente nunca prosperaron; en los últimos años se multiplicaron las matanzas que empañaron la década de los ochenta. Hace unos años se supo del asesinato de una modelo y de su padre producto de un posible ajuste de cuentas; también se encontraron los cadáveres de tres jovencitas que dizque salían con narcos colombianos, los asesinatos se repiten por todas las ciudades del país especialmente por las de frontera, lugares ideales para el tráfico de droga. En estas ciudades o pueblos no solamente se huele a basura podrida, también a muerte. Si fuera cierto que las ciudades se edifican sobre sus muertos, en Bolivia hay tantos cadáveres por muertes violentas como para construir oscuras y góticas catedrales a la Santa muerte. Si bien es innegable que, todavía, no hemos alcanzado el grado cruel de violencia de México estamos muy cerca de imitarlos.

Cada semana, en aparatosos operativos, la fuerza antidroga encuentra grandes laboratorios de cocaína, siempre abandonados o con algunos pobres hombres que hacen de "chivos expiatorios" y la cosa sigue y sigue� Agarrar a unos peones no significa agarrar a los verdaderos culpables que están por encima de las instituciones; pero esta es una ficción necesaria para que sigamos creyendo en el Estado como la autoridad que puede castigar a los infractores. En los últimos años, la droga incautada, según las estadísticas, representa apenas el diez por ciento de la producción total. No olvidemos que los narcotraficantes tienen una gran capacidad de reproducción, porque son como la hidra, a la que cuando se le corta una cabeza, le nacen dos y, si bien se han soterrado y no son tan pedantes y visibles como en la década de los ochenta, solamente han cambiado de máscara y de color como el camaleón, pero no han desaparecido.

La literatura siempre ha puesto su mirada en los grandes temas universales y nacionales y el narcotráfico es de esos temas que los escritores no podemos eludir. Si bien en Bolivia aún no hemos tenido un Boom extraordinario tanto en lo cultural como en lo comercial de lo que en México y Colombia denominan la narcocultura, con profusión de novelas, ensayos, telenovelas, películas, artes plásticas y otras de manifestaciones artísticas, tanto que incluso se advierte que el supuesto género ya se está agotando, en nuestro país parece no haber empezado aún, tal vez porque, a veces, llegamos tarde a algunas manifestaciones culturales. Por eso creo necesario hacer un inventario de historias del narcotráfico, es decir una antología de cuentos, crónicas y testimonios para confrontar la ficción con la realidad.

Para la selección de textos de esta antología de "narcoliteratura" he elegido la definición propuesta por Felipe Fuentes: "obras literarias que recogen de manera central o parcial la producción, distribución y consumo de drogas". La literatura nos permite percibir que aquellos, los narcos o drogadictos, no son tan lejanos, que los otros, los que somos nosotros mismos también podemos ser aquellos, sencillamente porque, en este capitalismo salvaje que vivimos, hay muchas cosas que en nuestro país están atravesadas por la presencia o ausencia de lo narco. Cada uno de los narradores es dueño tanto de sus demonios como de sus santos; los dramas, los amores, las tragedias, las aventuras que nos cuentan son las que se cuentan o las que se intuyen.

La narrativa nos da la oportunidad de retratar a la sociedad. El cuento siempre fue la manifestación literaria por antonomasia, especialmente si nos atenemos a Julio Cortázar: "La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut". Por eso decidí hacer una selección de cuentos de los mejores escritores de Bolivia; este libro es una muestra de lo que estamos escribiendo sobre este tema, desde diversos registros; desde el tráfico mismo y sus protagonistas, las adicciones, la educación, la globalización del crimen y muchas otras miradas de cada uno de los autores que serán incluidos tienen sus particulares y genuinas propuestas narrativas. Hemos elegido desde narradores y cronistas consagrados hasta jóvenes que están empezando a transitar el camino de las letras: algunos de ellos con un toque de ironía, otros de humor negro, otros exorcizando sus demonios o convocando a la crueldad; estoy seguro que los lectores se identificarán con más de alguno de sus personajes y reconocerán a varios personajes porque en nuestro país el narcotráfico es un secreto a voces en una realidad que es necesario nombrarla.

Fuente: Por: Homero Carvalho Oliva
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