Un nuevo "D.S. 21060"

Recordando a Juan Cariaga coautor del Decreto 21060 implementado durante el último gobierno de Víctor Paz Estenssoro (1985-1989) resulta pertinente desmentir algunas apreciaciones apresuradas vertidas por numerosos líderes políticos y sindicales para desvirtuar y vilipendiar una de las políticas públicas más efectivas aplicadas no solo en Bolivia sino también en Latinoamérica.

La crisis heredada del gobierno de la UDP estuvo caracterizada por una hiperinflación acompañada de una reducción del PIB per cápita (casi 20 puntos porcentuales respecto al año base 1980), desabastecimiento de productos, desempleo, caída en la producción nacional consecuencia de una incapacidad de ahorro interno para la generación de capital destinado a la inversión y finalmente un déficit fiscal que impedía que el país pueda revertir el fracaso en la asignación y distribución de recursos en el mercado interno.

El Dr. Víctor Paz, asumió las riendas del país en un clima de desconcierto y convulsión y aun cuando el Decreto 21060 se encontraba en el extremo opuesto a los logros de su primer periodo con la Revolución de 1952: nacionalización de las minas; voto universal; reforma agraria y reforma educativa; como mandatario tuvo la grandeza de brindar estabilidad incluso si eso significaba contradecir sus principios nacionalistas y ser objeto de críticas no solo de sus rivales políticos contemporáneos sino de sus sucesores.

Ahora bien, fue responsabilidad de los gobiernos que sucedieron al del Dr. Paz el establecer en base a una economía saneada un nuevo proyecto y visión de desarrollo para el país, personajes como Jaime Paz Zamora, Gonzalo Sánchez de Lozada, Hugo Banzer Suarez, Tuto Quiroga, Carlos Mesa, Eduardo Rodríguez Veltzé y Evo Morales Ayma, matices más matices menos, mantuvieron en esencia las políticas implementadas mediante el Decreto 21060.

Hoy volvemos a encontrarnos en puertas de un nuevo gobierno habiendo heredado una crisis tal cual lo hizo Paz Estenssoro en 1985, hoy el escenario político luego de 14 años de hegemonía del Movimiento al Socialismo a la cabeza del hoy exiliado Morales Ayma tenemos un escenario económico adverso no solo en lo interno sino también en lo externo.

Un aparato estatal con sobrepeso consecuencia de un crecimiento escandaloso de la burocracia pública financiado por un excesivo endeudamiento interno y externo hoy sobrepasando el 50% del PIB nacional en conjunto. Una caída de las reservas internacionales por debajo de los 7 mil millones de dólares, la reducción del valor de nuestras exportaciones en un contexto internacional donde el comercio se verá afectado severamente por aspectos como el coronavirus, guerra comercial entre Estados Unidos y China, caída en los precios del petróleo y principales "commodities" en los mercados internacionales.

Una matriz económica sin diversificación alguna a pesar de la inversión pública absorbida luego de casi 10 años de precios internacionales favorables, un mercado financiero aquejado por el desahorro consecuencia de tasas de interés pasivas sin mantenimiento de valor y un fomento excesivo al crédito por parte del Estado a través del sistema financiero privado que facilitó así el acceso al capital para el consumo, vivienda y microempresa ocasionando un desbalance en cuanto a la liquidez provista por los cada vez más escasos ahorristas.

Un sistema de pensiones y jubilaciones en estatus quo tras la fallida transición de la administración privada hacia la administración pública a través de la nueva Gestora de Seguridad Social, con rendimientos por debajo del 1% sin mantenimiento de valor que año tras año erosiona los fondos de cada uno de los ahorristas obligándolos a prolongar su vida económicamente activa por muchos años más para conseguir una jubilación por debajo de sus expectativas y necesidades reales.

El desarrollo de las ciudades capital cada vez más urgidas de recursos para garantizar servicios básicos y condiciones de vida óptima de una población migrante rural apostada en zonas periurbanas viviendo entre escasez, inseguridad y restricciones ensanchando la brecha entre la capacidad de oferta de los gobiernos locales y la demanda real de los numerosos sectores empobrecidos con el único anhelo de ver días mejores para sus familias.

Señores hasta la fecha no existe un candidato o político medianamente racional que señale los temas incómodos, los que ahora nos causan incertidumbre como ciudadanos. Pocos se dan a la molestia de compilar un programa de gobierno coherente con lo que el país vive hoy por hoy, ni se hable de un paquete de medidas para estabilizar la economía del país tras 14 años de "jauja".

Hoy más que nunca necesitamos de un nuevo "21060", medidas de "shock" sin dilaciones sin miramientos sin cálculos políticos. Bolivia no se puede dar el lujo de postergar su desarrollo por un discurso de medias verdades, esperanzador y utópico, relajado e improvisado que busca generar únicamente simpatías descuidando el futuro próximo de este país.

Basta de castillos en el cielo, políticos sino están dispuestos a hablar fuerte y claro, retírense y que pase el siguiente.

(*) Es economista, máster en Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, Presidente de Fundación Lozanía

Fuente: Por: Carlos Armando Cardozo Lozada (*)