Desgracia

Acabo de terminar el párrafo anterior. Sobre la mesita amarilla que está a mi lado hay un pedazo de tabaco chaqueño, una taza vacía y un plato de barro. Son las dos de la mañana de un domingo cualquiera. Los que podrían decir piripipi a lo que yo digo, están durmiendo. No se pierden mucho y no es ninguna desgracia porque no he dicho nada, salvo lo de la mesita. Desgracia es viajar por el mundo sin haber nacido, sin meter las manos en los bolsillos ni rascarse la oreja, sin mirar la punta de un zapato debajo de la mesa. Una persona no nacida es aquella a la que no le funciona ninguno de los cinco sentidos. En la oscuridad, más sorda que un pañuelo mojado, una masa velluda perdura intacta con el solo objeto de vigilarme.

Jesús Urzagasti en: Tirinea

Fuente: La Patria