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Warning: session_start(): Cannot start session when headers already sent in /home/lapatri2/public_html/impresa/index.php on line 8 Serafín Delgado Morales y su obra “Senderos de una vida” - Periódico La Patria (Oruro - Bolivia)
Serafín Delgado Morales y su obra “Senderos de una vida”
18 mar 2012
Fuente: La Patria
Por: Mónica V. Aramayo Quinteros - Periodista
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La habilidad de escritor, cultivada desde muy joven le permite a Serafín Delgado Morales, “un hombre que vivió, trabajó y amó en su Oruro Querido”, a través de su obra “Senderos de una vida: Memorias de un hombre de bien”, graficar a detalle paisajes y vivencias de varios rincones de Bolivia, narraciones a partir de una especie de autobiografía, pero con un énfasis particular en la Alta Tierra de los Urus.
Con la garantía de la experiencia que le dio la vida y a lo largo de algo más de 300 páginas, Serafín Delgado, ahora radicado en Cochabamba decidió poner a consideración de sus lectores 36 textos condensados en su obra, partiendo desde las narraciones de una infancia y adolescencia labradas en medio de lo que caracteriza a ésta región altiplánica, como es la vivencia minera, hasta los tiempos actuales.
“Este libro quiere ser la expresión de la cultura individual, haciendo realidad el propio esfuerzo para instruir a los lectores, recordando al hombre que la cultura servía para establecer niveles y preferencias en el campo del saber y la disciplina estética”, describe Alfonso Gamarra Durana, miembro de Número de la Academia Boliviana de la Lengua y de la Sociedad Boliviana de Historia, en el prólogo de la obra.
También menciona que Serafín Delgado, no sigue un sistema literario, pero, refiere las maravillas de su ciudad natal y al hacerlo descubre las compuertas del turismo.
La autobiografía es narrada bajo el seudónimo de Pedro, el hombre protagonista de la parte de la historia que le tocó vivir, y como añade Gamarra Durana, también deja plasmada en su obra aquella vivencia folklórica, presentando disquisiciones sobre la Santísima Virgen María como Patrona del Carnaval de Oruro y como protagonista de lo que años más tarde se consagró como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad “se hace responsable de referir el trabajo artesanal de caretas, disfraces, de la gastronomía, coreografía y música”.
Desde el preámbulo y con un lenguaje adecuado, el autor narra un paisaje altiplánico. “El eco de las montañas de ricos filones de minerales, resguardados por el Supay” (diablo) o el legendario tío de los socavones, aguardan el músculo del hombre, con designios de explotación de estaño, plata, zinc, cobre y oro. Los héroes de los ‘socavones de angustia’, evocan también al tajo del laboreo colonial de las minas La Colorada, Pie de Gallo y San José, oteando en lontananza dunas de arena, sagrados achachilas pétreos con caprichosas formas de víboras, sapos lagartos y cóndores ‘challados’ en carnestolendas”, escribe por ejemplo para referirse a la minería.
En “Senderos de una vida: Memorias de un hombre de bien”, Delgado, recrea incluso cuál era su percepción cuando veía partir a los combatientes de la Guerra del Chaco y con extrema claridad plasma en textos las letras de canciones inspiradas en la época y ni qué decir de los juegos infantiles de entonces como: la “thunkuna” aquellos saltos competitivos para conseguir fotogramas de películas cortadas y pasadas, o el “kiñasos” que era el juego a golpes de sus trompos “k’ochalas”, las tradicionales cachinas para los “chutis”.
También cuenta que su madre lo mandaba a comprar a la tienda y, a manera de control del tiempo, le decía que debía volver antes que seque la saliva que ella escupía en el suelo.
En sus recuerdos de adolescente están grabadas la personalidad y la figura de sus maestros formadores en el Colegio Simón Bolívar y para dejar testimonio de sus remembranzas se ocupó de describir a una gran parte de ellos como: Ángel Mendoza Justiniano, Manuel Sanzetenea, Humberto Cartagena, Enrique Sánchez, José Rodríguez, Rodolfo Irahola, Manuel Vidal, Augusto Saravia, Ricardo López y Eduardo Leclere entre muchos otros.
Su descripción del trabajo en la mina, tanto de los mineros y las palliris; lo que se conocía como el avío, que no era otra cosa que recoger alimentos de los almacenes o pulperías, a precios económicos y subvencionados, utilizando a cambio sólo una chequera y otros detalles que hacen a la vida en las minas, matizan la lectura y a la vez se constituye en un invitación para visitar estas regiones de Bolivia, desde donde se extrae la riqueza que potencia la economía.
Ya casi en el epílogo de su obra, en lo que él denominó “Anexos” ofrece una variedad de letras de canciones características de diferentes regiones del país.
Fuente: La Patria
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