Debe construirse el Mercado Central

El tema del Mercado Central y su construcción, no es de reciente data, se trata de un proyecto de la década de los 90, cuando se trabajó su maqueta, se tramitó su construcción y sólo se esperaba una aprobación del presupuesto que otorgaría el Gobierno Central, pues se trataba de una obra de servicio comunitario, para modernizar y ordenar el aspecto urbanístico de nuestra ciudad.

Del tiempo en que mencionamos el tratamiento del proyecto, ya se había decidido que se utilizaría todo el espacio que desde entonces ocupa la Aduana local y que se trata de dos manzanos entre las calles Junín y Bolívar y las avenidas 6 de Agosto y Velasco Galvarro. La Aduana debía trasladar sus dependencias, ya lo hizo en gran parte, mientras que la Policía de Tránsito debía instalarse en su edificio que se construía frente a la Terminal de Buses y que no avanzó, actualmente se considera un lote baldío.

Lo que no se aprobó "definitivamente", fue el presupuesto total del proyecto por cambios que plantearon algunos sectores de comerciantes, la idea de que el sector gremial participe con aportes financieros, el rechazo a esa opción y la exigencia de que sea un proyecto financiado con recursos del Estado y la contribución de partes desde la Prefectura (por entonces) y la Alcaldía Municipal, demoraron otro largo periodo su concreción.

En la medida que se retrasó el proyecto, creció el número de comerciantes irregulares e informales que ocuparon aceras y calzadas en las inmediaciones del Mercado Campero y el Mercado Bolívar, cuadras más abajo, convirtiendo la zona, en un enorme mercado abierto, caótico, peligroso, desaseadoy lo inconcebible, un espacio comercial absolutamente ilegal.

Ninguna autoridad municipal en los últimos años, comprometida política y/o partidariamente con los comerciantes "agremiados" y los informales que pagan por puestos, ha podido frenar la desastrosa indisciplina y la vulneración a las leyes comunales que prohíben el asentamiento irregular de puestos de venta en aceras y calzadas de la ciudad.

La solución que se planteó repetidas veces a ese desorden comercial, era la construcción del gran Mercado Central, donde tendrían que ubicarse ordenada, legal y respetuosamente todos los comerciantes con puestos callejeros, de manera que las aceras sean devueltas a los transeúntes y las calzadas utilizadas por los motorizados, como corresponde a un sistema urbanístico en una ciudad con autoridades que hacen respetar sus disposiciones.

La construcción del Mercado Central debe iniciarse bajo el rótulo de "obra urgente de beneficio colectivo", las autoridades deben gestionar ante el Gobierno la aprobación del presupuesto necesario, sin que ninguna organización de comerciantes "agremiados", pretenda interferir en el desarrollo del proyecto. Es natural que dirigentes de organizaciones gremiales formulen sugerencias a las autoridades y a los constructores, sus ideas pueden ser un aporte para mejorar la obra.