Nuestro país, riquísimo en tradiciones y lenguas maternas, con el transcurrir del tiempo, se desarrolla en un mundo de transformaciones. Este espacio que es la comunidad es un testigo oculto, silencioso de cambios y enajenaciones de sus íntimas raíces, pero también de resistencia.
Estos cambios o transformaciones no son siempre benignos a la preservación de las lenguas maternas, desde el momento que se conoce que existen más de 6.000 lenguas maternas en el mundo, de las cuales un 43% están en peligro de extinción y, peor aún, se calcula que cada dos semanas desaparece una lengua materna llevándose consigo todo un patrimonio cultural e intelectual.
Es por ello que desde el año 2.002 se institucionaliza en el mundo el Día Internacional de la Lengua Materna, con el loable objetivo de promover el multilingüismo y la diversidad cultural. En favor a este propósito la ONU insta a cuidar todas las lenguas que son innegablemente un componente esencialísimo para transmitir y preservar los conocimientos y las culturas tradicionales de manera sostenible y de la educación de calidad, que es la base para empoderar a las mujeres, a los hombres y a sus sociedades.
La milenaria y grandiosa cultura de nuestros pobladores originarios, aún en estos tiempos de desmedida globalización y alineación, permanece a pesar de haber sido zaherida y sufrir drásticos procesos de colonización con su manida dosis de sadismo y acción depredadora.
La iniciativa de celebra con acciones, este día corresponde a Bangladesh, aprobada por la Unesco en 1.999 y se la cumple en todo el mundo desde el año 2.002.
La relación que tienen los pueblos originarios, como los aimaras, quechuas entre otros muchos, es con los elementos de la naturaleza que genera su desarrollo y comportamiento casi místico, algo mágico, ya que esas culturas siempre se han caracterizado por el respeto a lo que les rodea; consecuentemente la lengua materna es vital para estos primordiales menesteres.
Se cree en la importancia de la diversidad cultural y lingüística para las sociedades sostenibles y en su mandato que nace en el espíritu se refiere a trabajar en pro de la paz; preservar las diferencias lingüísticas y de cultura que fomentan la tolerancia y el respeto a los demás.
El sincretismo que se ha plasmado con el tiempo convierte a las comunidades en centros de cultura muy rica con lengua materna propia, donde por medio de la transmisión lingüística se puede conocer muchos aspectos como el ancestral con la creencia en sus dioses y el respeto profundo a la naturaleza.
La diversidad lingüística se encuentra cada día que se sucede más amenazada con un mayor número de lenguas maternas que desaparecen, como reflejábamos una cada dos semanas, sepultando consigo su invaluable patrimonio cultural e intelectual. Pérdida irrecuperable que constriñe a los espíritus sensibles y amantes de la antropología y la sociología.
Sin embargo, y pese a esta realidad de pérdida de una lengua materna cada dos semanas, hecho que conmueve; debido a la comprensión de la importancia que asumen las lenguas maternas, se han alcanzado logros en materia de educación plurilingüe basadas en
éstas, en particular desde los primeros estudios iniciales en una tierna vida, además del compromiso cada vez más consistente y mayor de que evolucionen en el ámbito público.
Los hechos han cambiado, empero, es innegable que los pueblos originarios, cuya presencia y actividad enriquece el patrimonio de Bolivia, han sabido conservar casi en todos los ámbitos lo que les fue transmitido por sus antepasados la lengua materna en este cardinal acto fue decisiva. Las sociedades multilingües y multiculturales existen a través de sus lenguas maternas que se transmiten, preservando los conocimientos y las culturas de manera sostenible.
Las lenguas maternas han contribuido como un pilar fundamental en los derechos humanos que fueron ejercitados en las comunidades originarias desde tiempos milenarios. Aunque con una denotación diferente se advierte indubitablemente usos y costumbres de cumplimiento obligatorio que garantizaban el cumplimiento de los que hoy se denominan derechos fundamentales.
Lo expresado demuestra la extraordinaria fuerza de las culturas originarias, virtud que deberíamos asumir como paradigma en el comportamiento integral de las sociedades y, sobre todo, reconocer la belleza cultural e intelectual de su legado.
(*) Es abogado, posgrados en Interculturalidad y Educación Superior. Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Conciliación, Derecho Aeronáutico (Instituto de Derecho Aeronáutico , del Espacio y de la Aviación Comercial, Madrid), Filosofía y Ciencia Política ( CIDES-UMSA, maestrn), Oratoria Jurídica (Especialidad), doctor honoris causa en HUMANIDADES (IWA-Cambridge University, USA)
Fuente: Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
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