Bebió un vaso de cianuro. No dejó carta, no escribió disculpas... Aquel momento, no les pertenecÃa a sus lectores, era sólo suyo. No merecÃa ser escritoÂ?
Horacio Quiroga no fue un "poeta maldito", pero maldijo su propia vida y bebió un vaso de cianuro, en el Hospital de ClÃnicas de la ciudad de Buenos Aires a los 58 años de edad.
Horacio Silvestre Quiroga Forteza, nació en Salto, Uruguay, 31 de diciembre de 1878. Cuando su padre Prudencio Quiroga, era vicecónsul argentino en Salto.
Horacio Quiroga fue cuentista, dramaturgo y poeta.
Es considerado el maestro del cuento latinoamericano, de prosa vÃvida. Su obra se sitúa entre la declinación del modernismo y la emergencia de las vanguardias.
Sus relatos a menudo retratan a la naturaleza bajo rasgos temibles y horrorosos, como enemiga del ser humano. A menudo se lo compara con el estadounidense Edgar Allan Poe.
La vida de todo ser humano termina con la muerte. Pero, el literato uruguayo, recibió de su padrastro, a los 17 años, la triste lección de que la vida debe ser finiquitada cuando no se la quiere más vivir. Esta experiencia fue terrible, cuando su padrastro Ascencio Barcos, tras quedar semiparalizado, apuntó el cañón de una escopeta a su propia frente y jaló el gatillo. Horacio Quiroga presenció el desenlace.
Fue un ciclista implacable, en su temprana juventud. Estudió en Montevideo e inspirado en su primera novia escribió "Una estación de amor", en 1898. Como joven inquieto, interesado por las letras, fundó la Revista de Salto en1899.
Luego del suicidio del padrastro y de un desengaño amoroso, esperó la mayorÃa de edad para tomar el dinero de la herencia paterna y partir en primera clase a ParÃs, la ciudad de la Luz, recorrer sus calles y beber sus efluvios, conocer la Feria Mundial, para luego volver en tercera clase, ojeroso y hambriento; tal como cuenta en Diario de un viaje a ParÃs:
"Yo soñaba con ParÃs desde niño a punto de que cuando decÃa mis oraciones rogaba a Dios que no me dejara morir sin conocer ParÃs. ParÃs era para mà como un paraÃso donde se respirase la esencia de la felicidad sobre la tierra".
Fueron las experiencias del joven Horacio Quiroga; quien, en 1901, publicó su primer libro, "Los arrecifes de coral". AlegrÃa silenciada por la muerte de sus hermanos Prudencio y Pastora, quienes nunca se recuperaron de la fiebre tifoidea en el Chaco.
Los embastes del destino, llegan sin espera, siempre de sorpresa y cambian el curso de la vida, dejan marcas imborrables. Muy silenciosamente, el destino va escribiendo el final de cada existencia. Si. La muerte. La muerte de cada unoÂ?
El cambio de domicilio, no le alejarÃa de las tragedias personales. Porque en realidad nunca es el lugar, el problema es la persona y lo que ella absorbe de cada situación.
Horacio Quiroga se acomoda en Buenos aires y en 1903, siendo profesor de castellano en el Colegio Británico, acompaña como fotógrafo a Lugones en una expedición a las ruinas jesuÃticas de San Ignacio, Misiones.
Cree encontrar su lugar en el mundo. De aquel viaje saldrÃa "Los perseguidos" en 1905 y uno de sus cuentos más famosos, "El almohadón de plumas", publicado en Caras y Caretas en 1905.
DarÃo, su hijo, espera hasta 1951, para seguir el ejemplo de sus padres y hermana, terminando asà con lo que fue una triste costumbre en la familia.
Fuente: Por: Márcia Batista Ramos - Escritora
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