La pobreza extrema persiste

Los índices de extrema pobreza no han disminuido en el país y menos mal, según algunos indicadores económicos tampoco han aumentado, lo que permitiría al Gobierno de Transición, establecer una condición positiva para solucionar los problemas, especialmente de poblaciones rurales, donde la pobreza extrema es patética y se observa en las condiciones de vida de pobladores aislados en sus comunidades y subsistiendo con escasos alimentos naturales y regionales que "salvan la condición de sobrevivencia", a la que se resisten las generaciones jóvenes que han decidido migrar a las ciudades para lograr su alimento y proveer algo a los familiares aislados en los ayllus.

En las calles de ciudades como Oruro, El Alto y La Paz, se ubican migrantes de las zonas empobrecidas, viven de la limosna, se ubican en refugios sociales, pero manifiestan que "por lo menos nuestros hijos comen", así de complejo es el problema que no ha sido atendido convenientemente, pues la imposibilidad de obtener votos en esas comunidades ha impedido lastimosamente que las autoridades del régimen político abandonado, reciban una mínima ayuda efectiva para cambiar su lastimosa situación.

Mientras los políticos oficialistas del turno que acabó, tomaron como elemento a su favor, algunas apreciaciones de organismos internacionales al mostrar cifras favorables del crecimiento del PIB, en relación a otros países, olvidaron aclarar que se trataba de una visión elementalmente subjetiva y no incluía una relación global de la economía del país, con una población en pobreza, con comunidades en extrema pobreza y con una clase media emergente como resultado de las condiciones más políticas que evidentemente financieras.

Esa es la realidad en que un gobierno deja el Estado con un sistema económico de luces en un escenario de banalidades, mientras que en terrenos desolados la gente sobrevive a la injusticia, y los políticos aprovechaban cualquier circunstancia para mostrar una realidad ficticia, como canchitas alfombradas donde hubiera sido mejor un par de tractores, herramientas, semillas, alimentos y medicamentos.

Así se ha manejado un Estado irreal, con gastos y obras suntuarias, mientras miles de bolivianos en el área rural marginal, subsisten casi sin alimentos, nada de medicamentos, poca e inapropiada ropa, sin centros educativos, ni postas sanitarias, una situación que disminuye la población activa y aumenta aquella que se enfrenta al desastre y resiste la injusticia política. Es nuestro país de contrastes, de riqueza para los malos políticos y extrema pobreza para los marginados. Las cifras son irreales, la pobreza persiste en un país de injusticia que el proceso de transición debe empezar a cambiar.