Viernes 07 de febrero de 2020
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Editorial y opiniones
Promesas de erradicar la corrupción en los polÃticos
07 feb 2020
Fuente: Raúl Pino-Ichazo Terrazas
Es incontrovertible la realidad que se emprenden denodados esfuerzos para extirpar la corrupción, endémico mal de la humanidad con diferentes penalizaciones para los transgresores según su gravedad: leyes draconianas; defenestraciones de cargos públicos; pérdida de derechos sociales; considerables multas pecuniarias; prohibición de ejercicio de la profesión por un tiempo; muerte civil, inhabilitación definitiva de la profesión; censuras a las altas autoridades hasta decantar en penas privativas de libertad con variabilidad de tiempo de purgar.
Observe la lectora o el lector que todas estas medidas han sido instauradas por el comportamiento de los polÃticos, no para el pueblo que se abstiene en su pequeño reducto de posibilidades de contaminarse con este mal universal.
El lector asiente que le produce profunda desazón las precitadas graves sanciones que no generan la atenuación y la definitiva erradicación de la corrupción como legitima espiración teleológica de la población, sobre todo de los olvidados, desposeÃdos de fortuna y discriminados, pues la corrupción depaupera la distribución equitativa de la riqueza de un paÃs.
¿Defraudamos a Dios si los humanos no podemos encontrar la solución a nuestras propias imperfecciones?, claramente la respuesta es positiva, pues para destronar o superar esta lacra que absorbe cada vez a más ciudadanos, se dispone de la ley moral. Esta ley moral es la autoridad interior que ordena el bien y prohÃbe el mal moral. También se puede llamar norma de la moralidad, entendiendo ésta como el principio de moralidad que determina la esencia de lo moralmente bueno y, esta esencia, debe residir permanentemente hasta la muerte en nuestro espÃritu sin solución de continuidad.
Fuente: Raúl Pino-Ichazo Terrazas