Campaña y guerra sucia suben de tono

Registrados los candidatos, ocho a la presidencia e igual número para la vicepresidencia, comenzó propiamente la parte práctica de la campaña electoral y paralelamente la "guerra sucia" entre los partidos, utilizando los medios de comunicación, las redes sociales, pero también el método más tradicional y barato que consiste en la propaganda mural.

De manera disimulada en ciertos casos, con atrevidos afiches y slogans en otros, los partidos, pero marcadamente algunos grupos conformados por jóvenes activistas, se ocupan de presentar grotescas figuras de candidatos y promueven una forma violenta de rechazo, arrojando lo que tengan a mano los oponentes para mostrar su rechazo a ciertos candidatos. La forma en que se incita la reacción de la gente se convierte en una extrema posición racista y discriminatoria que puede profundizar su efecto, si en la parte afectada surge también una defensa y un rechazo ante la abierta provocación.

Por supuesto que no hay un reglamento que controle este proceso de libre propaganda, que lamentablemente alcanza ribetes muy peligrosos, por el sentido maligno que aplican detractores políticos en contra de oponentes coyunturales y que son parte de las campañas que en el presente mes ocuparán la atención de los afectados e influirán en mayor o menor grado en el electorado que ya conoce la "guerra sucia" que promueven los políticos de pocas luces y limitadas condiciones para debatir programas y no groserías.

En la medida que avancen los días y se cumplan otros plazos del calendario electoral, la acción de los políticos desde sus tribunas libres, en partidos o agrupaciones debería dirigirse al conglomerado ciudadano, pero con una apropiada exposición de programas, propuestas de soluciones, alternativas de cambio, seguridad es de cumplimiento de ofertas y metas, hasta llegar a un debate en el que además se pueda evaluar la capacidad política de los postulantes y su experiencia para conducir la nave del Estado.

Las autoridades del �rgano Electoral, deben asumir responsabilidad en el hecho de evitar que durante la campaña, se pase de los insultos y agravios a incitar a una violencia abierta que no puede permitirse, más aún si la misma es alentada por corrientes disociadoras y no estrictamente políticas.

La campaña electoral está en marcha, de principio con alternativas belicosas y que de no ser controladas, pueden ser causa de otro proceso, que nadie quiere de confrontación violenta entre bolivianos. Hagamos campañas, sin elevar el tono y sin guerra sucia.