Bertold Brecht decía "el dolor siempre es fructífero" y en la República Federal de Alemania cuán profundo es el dolor de sus habitantes actuales por el odio a los judíos de otras generaciones. Surge la interrogación inevitable sobre la realidad del descuido en Alemania por la disminución del racismo, el odio hacia los judíos y la hostilidad a los extranjeros; la respuesta se fundamenta en la necesidad imperiosa de esa nación de consolidar la democracia.
La democratización en la República Federal de Alemania post-nazi fue uno de los objetivos primordiales para su consolidación como nación europea; pese a ese noble esfuerzo no logró extirpar algunos brotes contenidos y ocultos de sentimientos negativos.
En una nación que cumplió mas de 50 años de democracia después del nazismo irrumpe otro incontenible cuestionamiento: ¿Por qué tolera la sociedad alemana actual estos sentimientos negativos y anacrónicos si su nación ha vivido uno de los episodios más tristes y sangrientos de su historia? se debe reconocer que el punto de partida fue una sociedad casi totalmente integrada al nazismo y su intensa internalización en las familias de entonces. El final de la guerra no fue una liberación, fue una derrota al racismo y a la quimérica idea de una raza superior.
La transformación de una sociedad totalmente inclinada al nazismo y el surgimiento de otra con principios democráticos, respeto profundo a las libertades individuales y fundamentales fue y sigue siento un proceso sobremanera difícil y complicado pues está relacionado con la postura espiritual de cada miembro de esa sociedad, y durante este tiempo se ha internalizado la barbarie consumada por los nazistas, por lo tanto, es más importante que ésta se internalice en el entendimiento de las familias pues ahí reside el fututo de esa sociedad.
Naturalmente que los recuerdos y sentimientos de este espantoso genocidio de Auschwitz se desestructura progresivamente y crece el deseo que desaparezca definitivamente, sin embargo, esta aspiración no se puede consolidar con la irrupción de pequeños grupos nazistas que han logrado ingresar como miembros de Parlamento Alemán; penosa realidad que los extraños a esa nación consideraban como un hecho imposible por la conmoción que generó el holocausto.
Necesario es, en orden a la equidad, que no sólo fueron víctimas de este episodio psicopático los ciudadanos judíos sino el genuino pueblo alemán que fue víctima de incesantes bombardeos y situaciones de espanto y desesperación. La conciencia de los alemanes siguió la posición sincera de la mayoría en reconocer la barbarie de Auschwitz y, otros pocos, optaron por encubrir los dramáticos e irreparables hechos ocurridos.
La reparación de este genocidio sólo puede demostrarse con la actitud de convivencia armónica y solidaria con la minoría de población judía que vive en Alemania. Los lectores asentirán, como yo, que es imposible aspirar a una reparación completa.
Lo que es imperdonable fue la realidad vivida con la justicia que, en los años 45 actuó con toda drasticidad y justicia para juzgar, en juicios respectivos, a los nazistas culpables de esta demencia contra los judíos, empero, por influencia de las fuerzas de ocupación, sobre todo los norteamericanos, se toleraron juicios más benignos para juristas, médicos y otros que actuaron directamente y con responsabilidad inamovible en el holocausto; ahora, esos personajes están insertados en sus actividades. Naturalmente se trata de personas de la tercera edad por el tiempo transcurrido, que no les libera de hacer acto de contrición todos los días por haber sido beneficiados.
Es una realidad que la República Federal de Alemania ha culminado con esfuerzo titánico el milagro económico alemán y logró una democratización de sus fuerzas políticas, consolidando un ordenamiento jurídico impecable inmerso en una Constitución, empero, es irrefutable que este episodio de Auschwitz, como otros relacionados con el nazismo quedarán como parte indivisible de su historia, olvido excluido.
Un hecho similar al de Auschwitz que destrona los valores de la humanidad, no debe repetirse y la internalización constante de lo sucedido en la sociedad y las familias, además de visitas a los campos de exterminio, es vital para penetrar en el intelecto de los jóvenes que les espera dirigir al mundo.
Los grupos neonazistas saben conscientemente que una aspiración de mantener el odio al pueblo judío, el racismo y la hostilidad a los extranjeros es una afrenta a la propia identidad actual de la República Federal de Alemania.
(*) Es abogado, posgrados en Interculturalidad Educación Superior, Filosofía y Ciencia Política maestrn), Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Arbitraje y Conciliación, Derecho Aeronáutico, Oratoria Jurídica, doctor honoris causa en HUMANIDADES
(IWA-Cambridge University, USA).
Fuente: Por: Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.