Fundamental es conocer la noción precisa de verdad pues el propio término es una síntesis de nociones imposibles de comprenderlas sin disociarlas. No se debe confundir verdad con certeza, pues esta sólo debería emplearse para designar un estado del espíritu que se cree en posesión de la verdad, es decir, la certeza de un estado mental.
Las verdades racionales son, por lo contrario, impersonales y demostrables por la experiencia e independientes de toda creencia: la verdad es la realidad de lo que es verdadero o lo que es conforme a la verdad.
Hemos comprobado recientemente en nuestro país, que los políticos que invisten la autoridad por circunstancias sobrevinientes, se comprometen a una verticalidad en sus decisiones y prometen no repetir lo que un anterior gobierno hizo, sin embargo, probada la miel del poder toman el camino contrario. Esta posición asume un gran contenido moral pues no hacerlo comprometerá irremisiblemente la imagen de quien o quienes afirman certezas, no verdades.
Es determinante actuar con moral si no se desea que la persona o personas se desestructuren ante la crítica de la sociedad que es implacable, en el buen sentido.
La Filosofía y la Teología creyeron durante mucho tiempo que el hombre es un ser excepcional en la creación y posee facultades en nada semejantes a las de los otros seres, sin embargo, la ciencia ha demostrado suficientemente que mujeres y hombres manifiestan sus sentimientos muy parecidos a los animales y que difieren de éstos, sino por la superioridad de su inteligencia.
El estudio de la moralidad en los animales y el conocimiento de las formas de ésta en las colectividades humanas, proporciona los elementos útiles para comprender el origen o génesis real y la evolución de la noción del bien y el mal.
En los animales, no sólo son instintos morales, sino también virtudes. Las bestias saben dominar sus impulsos y sus realidades individuales y sociales son constantes.
El altruismo, por ejemplo, está en los animales poderosamente desarrollado, así, Darwin habla de viejas conejas que, habiendo quedado ciegas hubieran muerto de hambre si sus compañeras no les hubiesen proporcionado alimento. También se repite que gorriones reconstruyen los nidos de las polladas vecinas que se habían destrozado. Los ejemplos de esta naturaleza son innumerables.
Interesante es conocer, que los animales como los políticos humanos tienen sus criminales y sus héroes. Los actos inmorales en los animales son raros, aunque debe citarse la pereza del cuclillo que deposita sus huevos en los nidos ajenos para ahorrarse empollar; existen hormigas que reducen a la esclavitud a otros insectos. Estos pequeños animales en sus guerras no se muestran ni menos crueles ni menos ingeniosos que los humanos en variar su táctica según las circunstancias.
Es muy severa la moral de las sociedades de animales, el individuo que no observa las leyes de la comunidad se ve inmediatamente muerto o expulsado. De ello puede afirmarse que en muchas circunstancias la moral de los animales parece superior a la de los humanos.
La moral de los humanos debe evolucionar incesantemente por las necesidades del medio y las circunstancias. Todas las razas de las abejas, por ejemplo, no han llegado al mismo grado de moralidad y se advierte, cuando se las observa, el fehaciente paso gradual de la vida egoísta a la solidaridad colectiva.
El respeto de las abejas a su reina es de superlativa fidelidad y la aman hasta el punto de dejar la vida para defenderla, empero, eso no les impide maltratarla duramente cuando no cumple perfectamente sus funciones. Llegan hasta la decisión de matarla pero ese acto se considera tan grave que se realiza de manera colectiva.
Así, similarmente actúan las poblaciones cuando no se respetan sus derechos, la ley instituida y sus libertades fundamentales. La moral no depende únicamente de las necesidades de la vida de los pueblos, sino que deriva de su carácter, consecuentemente, no pueden reaccionar de igual manera en circunstancias diversas.
De la variabilidad de la moral a través de la razón y el tiempo, no podría, de modo alguno, concluirse su poca estabilidad, por lo contrario, la moral es muy fija para una época determinada.
(*) Es abogado, posgrados en Filosofía y Ciencia Política (maestn), Interculturalidad y Educación Superior, Arbitraje y Conciliación. Alta Gerencia para abogados (UCB-Harvard), Derecho Aeronáutico (Instituto Iberoamericano de Derecho Aeronáutico, del Espacio y la Aviación Comercial Madrid), Oratoria Jurídica, doctor honoris causa en HUMANIDADES (IWA-Cambridge University, USA).
Fuente: Dr. Raúl Pino-Ichazo Terrazas (*)
Para tus amigos:
¡Oferta!
Solicita tu membresía Premium y disfruta estos beneficios adicionales:
- Edición diaria disponible desde las 5:00 am.
- Periódico del día en PDF descargable.
- Fotografías en alta resolución.
- Acceso a ediciones pasadas digitales desde 2010.