El caso es que para la siguiente elección de mayo hay un desafío de los partidos a la comunidad. Ya no son las organizaciones principistas de otros tiempos, se trata simplemente de
reconocer siglas y como
alternativa escoger entre
varios, el candidato ideal. Los y las postulantes presidenciables están en otro nivel, algunos son de conocida trayectoria y otros de novísima aparición
Es una manera de señalar lo que realmente ocurrió, los partidos políticos se partieron y varios se levantan dificultosamente entre los fragmentos que rescatan algunos de sus antiguos dirigentes u osados militantes de la nueva generación que creen en la sigla y se ufanan en poner en la lista de candidatos a connotados militantes, todavía activos o por lo menos seriamente comprometidos con principios que hicieron posible la vigencia partidaria.
En función a la disposición que regula el funcionamiento de los partidos y el añadido de organizaciones ciudadanas, de eventual funcionamiento y circunstanciales ocasiones, realmente han quedado muy pocas organizaciones políticas que muestren la conformación de una institución sustentada en una ideología definida, con claros principios de acción, siglas y colores definidos, una dirección de mando interno, comisiones y responsables de varias áreas que daban funcionalidad a partidos políticos que marcaban su propia identidad en el contexto nacional. Por supuesto que entre estos, la ciudadanía marcaba a los "buenos y los malos" dependiendo de la ubicación democrática del militante y su seriedad conciencial a la hora de sufragar.
Eran otros tiempos y los mismos han cambiado en función a una serie de factores que han pospuesto valores como disciplina, voluntad y lealtad, por otros como el prebendalismo, oportunismo y cinismo, disminuyendo de manera paulatina el prestigio y los valores políticos, ahora manejados, como se observa en una oferta y demanda de siglas, en el acomodo de candidatos a las circunstancias que permitan a los protagonistas aproximarse a los curules donde se pueden asegurar beneficios, por lo menos de quinquenio.
Los partidos políticos "han devaluado" su prestigio, su seriedad, su línea de principios que otrora era la fuerza del partido y su militancia trabajaba en defenderlos, pero además en la alternativa de imponerlos como objetivo de cualquier lucha política, en debates y en elecciones, eventos en que sus líderes se lucían en valientes campañas proselitistas.
Republicanos y liberales fueron los primeros contendientes políticos, posteriormente la vigencia y práctica democrática, la guerra del Chaco y el retorno de esos combatientes, dirigieron ideas para agruparse en fuerzas con lineamientos políticos y fundamentos muy claros para defender la integridad territorial, los valores humanos, la libertad y la justicia. No son muchos los que pueden mencionarse en esa evolución de respeto a la práctica política, el MNR, la FSB, las corrientes externas con el Partido Comunista, la democracia cristiana (PDC) y otros grupos que aglutinaban contingentes sectoriales pero que respondían a necesidades parciales. La ADN y el MIR son parte de otra generación políticamente emergente y que tuvieron paso en la gobernabilidad de nuestro país, de los resultados en el tránsito de los partidos, la historia recopila y guarda antecedentes buenos y malos.
El caso es que para la siguiente elección de mayo hay un desafío de los partidos a la comunidad. Ya no son las organizaciones principistas de otros tiempos, se trata simplemente de reconocer siglas y como alternativa escoger entre varios, el candidato ideal. Los y las postulantes presidenciables están en otro nivel, algunos son de conocida trayectoria y otros de novísima aparición, con ciertos méritos de voluntad y valentía. No hay mucho para escoger, el reto para el elector es complejo, los días siguientes y los hechos de campaña pueden aclarar las dudas en un confuso panorama político.
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