Las distintas fuerzas políticas del país y sus líderes tanto de nueva aparición como tradicionales, han demostrado una vez más, su absoluta falta de capacidad para poder construir una visión de país que se pueda no solo anteponer a sus oscuros celos e intereses personales, sino de manera fundamental a la falta de capacidad de poder enfrentar y derrotar de manera definitiva a los remanentes del régimen del Movimiento Al Socialismo, encarnado en las alas más duras del evismo que conspira impunemente desde la Argentina.
Ante esto la figura pública que dirigió la segunda victoria sobre la contrarrevolución narcoterrorista, nuestra Presidente Añez, en un decidido acto de valentía y ante la desidia de los "líderes" que hicieron oídos sordos a la unidad en estos tiempos de adversidad resolvió lanzando su candidatura a la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia en estas elecciones del mes de mayo del año 2020.
Las voces detractoras de los conocidos salvapatrias se alzan en un coro de anatemas cada cual más flamígero, empero inclusive aquellos analistas y profesionales de la opinión pública ¿acaso se han puesto a pensar en un pequeño y muy importante factor?
Un factor que proviene de una conclusión de la revisión imparcial de este proceso preelectoral, ese factor que se ha hecho común en nuestra realidad social boliviana no es otro que el que proviene de la misma realidad; los políticos no están a la altura ni de la realidad boliviana ni del pueblo de Bolivia.
No estuvieron a la altura en febrero negro, no estuvieron a la altura en octubre de 2003, no estuvieron a la altura en el proceso autonomista, no estuvieron a la altura en los catorce años del evismo, al parecer no estuvieron a la altura ni siquiera cuando el pueblo arrojó al mar a los españoles tras dieciséis años de guerra, siempre más de lo mismo, salvapatrias sin corazón y con bolsillos hambrientos, es esa enfermedad del político tradicional boliviano la que ha permitido la mutilación del solar patrio, la que ha permitido el ascenso de tiranos y el saqueo la riqueza nacional.
La salida era lógica en este mar de irracionalidad y de amnesia colectiva de los opinólogos que se cuidaron de guardar muy bien sus opiniones en catorce años de oscuridad, en la tensa calma de los días en la Bolivia después de Evo, con la muestra de la verdadera personalidad e intenciones de los líderes cívicos y la negativa de avanzar de los políticos tradicionales, todos fallaron en la previa a la hora decisiva, ante esto solamente quien sí pudo (sigue pudiendo) conducir la nave del país en las aguas de la tormenta sale para garantizar la derrota definitiva de lo que significa tanto el nefasto régimen de Evo Morales como el no menos nefasto pasado de la politiquería tradicional que se aplazó en conducir los destinos de la patria.
Aquellos que no están a la altura de ella tiemblan, aquellos que por su velado y cavernario machismo critican lo hacen por miedo, aquellos que saben que se acerca el final de su época como dueños de la vida del país tiemblan aún más.
Porque no están a la altura de ella, no sólo de la Presidente Añez sino de Bolivia.
(*) Asambleísta Orureño
Fuente: Por: William Tórrez Pérez (*)
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