La disciplina japonesa suele ser muy admirada en muchos países del mundo. La educación, la limpieza y el sentido ecológico también.
De tanto en tanto, llama la atención cuando vía noticias periodísticas, televisivas o redes sociales, nos enteramos de gestos de japoneses a la hora de practicar la limpieza y el orden. Resulta llamativo y admirable, por ejemplo, que turistas japoneses que visitan una de las maravillas del mundo, como es el salar de Uyuni, se tomen el trabajo de limpiar aquellos lugares donde pernoctaron o pasearon ellos mismos u otros turistas.
Así mismo todos quedamos gratamente sorprendidos cuando en el último mundial de fútbol, los seleccionados del imperio del sol naciente dejaban muy limpios y ordenados los camerinos que utilizaban en los estadios. Y este tipo de actitudes ambientales, se multiplican por todo el orbe, allí donde estén presentes los visitantes o turistas japoneses.
Es ya proverbial la práctica de ciertos códigos éticos y de comportamiento con los que la sociedad japonesa sorprende y, por qué no decirlo, enseña al resto del mundo.
VANGUARDIA TECNOL?GICA
Levantándose de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad japonesa se ha transformado en uno de los países de mayor crecimiento tecnológico. La enorme calidad en cuanto al amplio campo de la producción electrónica y cibernética está fuera de toda duda y se advierte en la gran confianza de Latinoamérica a todo producto "Made in Japan", en contraposición a ciertas susceptibilidades de los compradores respecto a lo "chino", por ejemplo.
Ni qué decir de la industria automotriz, ámbito en el que las conocidas marcas japonesas han ganado el mercado en muchos países, en leal y exigente competencia con marcas europeas y norteamericanas.
En suma Japón nos muestra una sociedad pujante en estudios, en desarrollo científico, en actitudes humanísticas asentadas en sabios y estrictos códigos morales, etc.
LA INCOHERENCIA
No obstante, el ideal de sociedad descrito líneas arriba, comienza a mancharse y a desmoronarse cuando nos enteramos de otras actitudes de aquella sociedad ante la naturaleza.
Probablemente el sentido ecológico esté muy acendrado en la población nipona, de fronteras para adentro y así la flora y la fauna tengan el debido respeto. Pero...
Ya hace muchos años sabíamos de la pesca de ballenas en aguas abiertas de los océanos (no siempre aguas territoriales del Japón).
Acaso tres o cuatro décadas atrás, el hecho no nos resultaba preocupante, pero en los últimos años el hecho ya es preocupante y criticable. Hoy ya no se habla de pesca propiamente, sino de "matanza indiscriminada" como lo ha denunciado la organización internacional Greenpeace.
Año tras año, en determinados tiempos, los barcos balleneros del Japón siembran la muerte en los mares. Pero no sólo son las ballenas (los mamíferos acuáticos más grandes del planeta), también caen bajo las lanzas o arpones nipones, los delfines. Grandes bancos de delfines son diezmados inmisericordemente, ante la impotencia de organizaciones como Green Peace que con pocos y pequeños barcos tratan de impedir la matanza interponiéndose entre los buques pesqueros japoneses y los indefensos cetáceos.
SOCIEDAD CONTRADICTORIA
Por lo anterior, acaso podamos colegir que la sociedad del imperio del sol naciente se debate en contradicciones. Una imagen positiva, límpida y brillante se ve minimizada por la inconsciencia y escaso sentido ecológico respecto a la fauna marina.
Ojalá sea posible detener las matanzas. Si se esgrimen costumbres ancestrales, habrá que entender que la vida no es infinita. La vida termina para muchas especies si son agredidas permanentemente. Pero las costumbres pueden ser cambiadas. En muchos aspectos el mundo ya ha dado muestras de aquello. Todavía es posible hacerlo.
Fuente: José Mateo Gambarte Flores
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