Domingo 26 de enero de 2020

ver hoy










































Es increíble cómo la política de este país puede llegar a prostituirse hasta el punto de que se ofrezcan siglas y partidos como si fuesen chucherías de feria. Hasta el punto de que dos líderes de un otrora glorioso partido se estén dando de puñetazos en la calle? (¿Hasta qué punto degradante han llegado los viejos partidos?). En realidad, en los países latinoamericanos, no se hace lo que realmente es política. Si se preguntara a un latinoamericano del común qué entiende por política, éste diría que es esa actividad que hacen las personas para conseguir una posición o, de plano, para llegar al poder y hacerlo suyo finalmente; si se hace la misma pregunta a un europeo promedio, dirá que es el oficio de la buena y correcta conducción de la cosa pública. En esa concepción ciudadana que tienen tanto el primero como el segundo radica la diferencia entre el atraso y el progreso. Y esa concepción corrompida, no podrá ser modificada sino después de un profundo proceso de educación.
En Bolivia, tristemente, buen político es el astuto, el que mejor sabe escurrirse para meterse allí donde es vistoso y conseguir una fama que en realidad es efímera, pero que ya le es suficiente para creerse candidato a la Asamblea o presidenciable. En los países avanzados, por el contrario, buen político es el capaz, el recatado, el intelectual y el visionario. En poco más, viviremos unas elecciones que -más allá de que ahora sí sean organizadas por personas capaces y, sobre todo, probas- serán la repetición de un circo más de malabaristas y prestidigitadores que, para colmo, parecen entender poco de lo que hacen.
El circo se está armando con muchos aspirantes a la Presidencia del Estado. No hay proyectos de país, solamente rostros, y también algunas siluetas que se mueven tétricamente como en esa danza de sombras que veía Arguedas en la política nacional. Incluso hay un sujeto de mediocre capacidad intelectual que está vociferando que elaborará un programa de gobierno en tan solo siete días y que, a falta de militantes -porque, dicho sea de paso, no tiene partido alguno-, está convocando masivamente a todos los interesados a volverse políticos para llenar sus listas de candidatos. Y esto último ilustra de arriba abajo nuestra precaria situación a nivel nacional.