¡Tantos presidenciables, qué increíble! Mientras el "enemigo" cohesiona sus fuerzas con relativa facilidad, incluso a control remoto, aquí una decena de políticos se apresta a disputar las prerrogativas electorales. Y lo más grave: entre ellos se iniciará pronto la lucha. Varios han vuelto del exilio. Saben lo penoso que es vivir lejos de la patria. Su aporte a la democracia puede ser valioso, pero sería un error sumarse a la lista de los candidatos.
La palabra que más suena ahora es "unidad". Pero desgraciadamente los políticos están afectados de sordera, no oyen el clamor popular. Parece que ellos también estaban ausentes de Bolivia, y no han visto cómo se ha defendido la democracia en las calles. Y ni siquiera se dan cuenta de que ella todavía está en peligro. El enemigo "socialista" está en el suelo, pero no derrotado. Tal vez hay discrepancias, pero lo coyuntural parece simple: fortalecer la democracia, definir una línea maestra para conducir la economía, trabajar la independencia de poderes, luchar contra la anomia social, reconstruir la institucionalidad del país. Para sólo eso, ni al próximo gobierno le alcanzará el tiempo.
"Quién se rinde; nadie se rinde". Este estribillo hecho canto aún está vivo. Nadie está cansado porque el enemigo aún espera agazapado en el camino. El gobierno de la transición, por más esfuerzo que haga, no podrá responder a todos los desafíos. Justamente por eso, sólo se debería pensar en una agenda mínima, como respuesta al voto duro del MAS. ¿Cómo se forma esa aberración? Conociendo sus recursos tal vez sea más fácil combatirlo. No se ha superado esa dicotomía contrastada: democracia vs. dictadura. En los pasados días, el dedazo del dictador nombró al binomio masista. Ya se sabe quiénes cargarán el "burro muerto" del socialismo.
Una muestra de ello es que se mantiene el tutelaje paternalista del caudillo, y eso revela a la vez un estado de subdesarrollo mental de sus seguidores; estaba prohibido pensar y la disidencia también; por eso van tan lejos a conocer sus decisiones; nada pueden hacer sin él. Pero así y todo, mejor entienden que para vencer, así sea en las urnas o en otra parte, la unidad es necesaria. Sólo los k´aras (así se dice de ellos) no creen en esa consigna. Más bien hacen las cosas al revés.
El denominado "voto duro" tiene una consistencia de piedra. Es el enemigo mayor de la democracia. Por lo general, se encuentra en las comarcas de tierra adentro y de otras tierras; allí no votan ciudadanos sino los sujetos colectivos al mando de un cacique. Se los conoce con el eufemismo de "organizaciones sociales"; en realidad son los sindicatos convertidos en células políticas al servicio del régimen. En algunos casos, su presencia está a la vista: son los dos tercios de la Asamblea Plurinacional, los que sólo tienen el oficio de levantar la mano. Al ver esta calamidad, nos viene a la memoria aquel pensamiento de Carlos Medinaceli: "Bolivia es el dichoso país donde la ociosidad se paga y la ignorancia se premia". De entonces ha pasado casi un siglo, y no hemos cambiado. Seguimos dando vueltas como los caballos de la noria.
El autor es escritor.
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