En los diversos grupos políticos que se forman con miras a las próximas elecciones, los posibles electores no encuentran condiciones de seriedad, visión de futuro ni en la mayoría de los que creen ser los candidatos idóneos; ven, con mucha amargura, que no existe vocación de servicio, pero sí mucho el cuidar los intereses personales y las conveniencias. El pueblo siente, con alguna decepción, que sólo hay búsqueda del poder por el poder.
Los hechos que han depuesto u obligado a renunciar al anterior régimen, el masismo, han determinado - por la unidad demostrada por todo el pueblo - la intención o propósito de recuperar la vigencia de la institucionalidad, la consolidación de la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos; pero, lo que se ve en los políticos y en quienes sólo candidatearán por simple protagonismo, ansias de poder y mucho sentido de figuración, soberbia y petulancia. Con alguna excepción, no hay anuncio sobre programas e intenciones para el caso de ser elegido; menos hay muestras de vocación de servicio y conciencia de país.
Para la opinión pública, hasta el momento solamente habrían dos posibles candidatos que reúnen condiciones idóneas y precisas para acceder a la Presidencia y que, por sus experiencias y dotes personales, conocimientos de la realidad nacional merecerían ser tomado en cuenta; lógicamente, ambos deben abandonar la soberbia y la egolatría. El Ing. Jorge Quiroga Ramirez y Lic. Carlos Mesa Gisbert que sin lugar a dudas saben lo que quieren porque demuestran estar alejados de intereses creados.
Sin embargo, de estas figuras que poseen conciencia de país, habría que escoger a uno de ellos porque la presencia de tantos candidatos muestra disposición a la dispersión y no porque se demuestre condiciones de idoneidad y capacidad necesarias sino porque se ve mucha egolatría y deseos de figuración, mucho egocentrismo y creencia de que "nadie como ellos" porque, con sus actos y formas de presentarse creen que los demás - entre ellos los más capaces y probables - "no deben ser tomados en cuenta por no poseer las dotes necesarias".
La experiencia de las elecciones frustradas por el fraude del masismo que buscó eternizar a su candidato, han decepcionado y lastimado a los electores y, lo más notorio es que han dejado amarguras y decepciones por el número y calidad de los candidatos; es decir, la dispersión fue contraproducente y negativa.
El electorado espera, en todo caso, seriedad, honestidad y responsabilidad por parte de los que se presenten como candidatos; pero, lo que más se desea es que eviten la polarización, la dispersión de candidaturas que, con seguridad, sólo lograrán el fracaso y restarán votos y posibilidades a quien podría resultar elegido.
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