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Viernes 17 de enero de 2020

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Perspectiva Minera

Más es el ruido que las nueces

17 ene 2020

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El revelador dicho, ajustado a la realidad de lo que aconteció en el ministerio de minería y metalurgia, una dependencia considerada estratégica para el desarrollo nacional en la que sin embargo no se hizo ninguna planificación para encarar ni un solo proyecto destinado a impulsar el desarrollo de la minería y la metalurgia, como una prioridad sustitutiva del uso de la otra riqueza natural no renovable, petróleo y gas.

Mencionamos la referencia, tomando en cuenta que por lo menos tres carteras de Estado tienen directa responsabilidad con el uso de los recursos naturales no renovables y cuyo consumo interno y su disposición exportable deben ser objeto de cuidados especiales, precisamente por explotación efectiva, capacidad y reserva, y la evaluación que determina en tiempo y espacio la sustitución de éstas riquezas naturales.

Según los expertos, sabiendo lo que ocurre con el gas, la minería tiene una obligación de encarar con la oportunidad del caso, la habilitación de nuevos yacimientos mineros, ya que ese propósito demanda mucha inversión y demasiado tiempo, es decir hablar de millones de dólares y muchos años. Por eso es que llamó la atención de los entendidos, que no hubiera ni un solo proyecto minero que pueda constituir un emprendimiento de avanzada para el futuro. Los proyectos del litio y el hierro, son considerados "inmediatistas" pese a existir un atraso considerable en ambos casos frente a la competencia de la vecindad.

Con algunas revelaciones del nuevo ministro del ramo y las observaciones de conocidos analistas, la coincidencia es propicia para remarcar que la actividad minera nacional se desarrolló entre elocuentes anuncios de convenios e inversiones, que en los hechos resultaron "lata" en la expresión más evidente asociada a mentiras y promesas incumplidas.

No hay ninguna evidencia de haberse iniciado una gestión seria para comprometer al Gobierno en la aprobación de un fuerte y sostenido financiamiento para encarar la "reactivación" de la minería boliviana, no se hizo nada, como tampoco se concretaron algunos "estrepitosos" anuncios de apoyo financiero externo para la minería y ni siquiera soñar en invertir para su industrialización.

Ha transcurrido y terminado abruptamente una gestión más en la administración minera del país. Lo que se lamenta ahora es que en más de una década no se haya definido una estrategia minera - metalúrgica para el país. Es más en los últimos seis años, no se ha escrito una línea para reglamentar la Ley minera 535, promulgada en Oruro el 2014. Carece además de un régimen de orden tributario competitivo con los vigentes en países vecinos, donde asientan millonarias inversiones garantizando las mismas con adecuada "seguridad jurídica", un elemento poco menos que desconocido en nuestro medio.

Bajo tales características se desarrolló la actividad minera, en su sistema "tradicional", con sus yacimientos en franco agotamiento, sin ninguna proyección segura, ni siquiera Mallku Khota, que ya tiene una hoja de ruta que le dejó la empresa que comenzó su prospección. Así está la minería, inactiva y sin perspectiva. El asunto no es de ruido, es de responsabilidad profesional y con medidas de alto valor legal.

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