Recientes operativos realizados por personal del Control Operativo Aduanero (COA) que decomisaron apreciable cantidad de mercadería variada y además muchos fardos de ropa nueva y usada, demuestra que la actividad del contrabando persiste, inclusive enfrentando a la autoridad aduanera.
Hay razón en algunas apreciaciones de los propios funcionarios del COA al indicar que los contrabandistas están organizados y equipados para eludir controles y, en su caso, hasta para defender su propiedad ilícita de mercadería, poniendo en riesgo la humanidad de los policías aduaneros.
Si bien se cumplen constantemente operativos de control de enormes camiones, sólo parte del contrabando que se introduce a nuestro país es retenido y confiscado, porque una gran cantidad de mercadería llega a su destino en la mismísima ciudad donde existen depósitos para acumular esas mercancías.
El negocio de la ropa nueva o usada está prohibido, sin embargo, es muy frecuente que enorme cantidad de fardos de tal contrabando siga ingresando a los mercados, inclusive utilizando camiones distribuidores de lácteos, en una nueva forma de burlar el control de aduanas, por tanto, la ropa americana sigue siendo oferta diaria en los mercados y tiendas ya establecidas.
Por donde se vea el comercio ilícito perjudica a la industria y al comercio legalmente establecido, pero sobre todo afecta a la Aduana que disminuye sus ingresos y al Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) por la abierta evasión impositiva, lo que configura un daño múltiple que lamentablemente no puede ser frenado y, en lugar de disminuir, sigue campante.
La Aduana Nacional hace referencia a un sustancial aumento de sus recaudaciones, mostrando que se efectiviza un mayor control del ingreso de mercaderías a través de sus puntos de control, lo que puede ser evidente, pues algunos comerciantes estarían optando por introducir mercadería pagando los derechos correspondientes, de donde surge el aumento en recaudaciones.
Sin embargo, en la misma o quizás mayor proporción y quién sabe de los mismos propietarios de mercadería “legalizada”, se introduce otra gran cantidad de efectos variados por la vía del contrabando, por tanto se complica en el destino final la identificación de la mercadería ilícita y la legalizada con el pago de los impuestos en frontera.
Es un complejo panorama que, volvemos a repetirlo por enésima vez, tiene sus connotaciones sociales que en el hecho global de buscar soluciones no son tomadas en cuenta para contrarrestar efectivamente la acción del comercio ilegal del contrabando, que, sin embargo, se convierte en fuente de sustento para centenares de personas que han optado por el comercio de cualquier cosa con la expectativa de salvar la supervivencia familiar.
Bajo esas condiciones, que son evidentes y parte del río revuelto, es que hay ganancia de pescadores, estos son los que siguen alentando el contrabando, inclusive arriesgando algunos camiones, pero salvando otros que alimentarán los puestos del comercio informal y las ferias establecidas de surtida mercadería que funcionan en todas las ciudades, mientras la Aduana cobra en algunos puntos y el SIN clausura negocios establecidos por no emitir factura.
Fuente: La Patria
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