¿Por qué tanta delincuencia?

Por ende, inmediatamente salta a la vista las siguientes preguntas: ¿Por qué tanta delincuencia hoy?, ¿Por qué nadie pone un alto a estos actos horribles? Por una parte, las autoridades que conducen la nave del Estado y la sociedad en su integridad no se preocupan seriamente, ni tienen políticas prácticas de poner un atajo real o por lo menos superar las conductas marginales en que incurren muchos hombres y mujeres, demostrando así que hay una pasividad y hasta permisividad de autoridades llamadas por ley; y por otra, manifestamos que concretamente hay serias falencias en nuestra educación, porque la educación en valores humanos y divinos están sumamente descuidadas en los hogares, en los centros de enseñanza y en la comunidad entera.

La educación, entendida en su semántica, es la formación plena de la conducta del hombre que empieza desde la concepción del ser humano hasta la muerte, por tanto, nunca debía descuidarse en la formación de valores humanos, ni tampoco dejar de lado las materias científicas y técnicas. Por consiguiente, siendo reiterativo, diremos que una persona educada en RESPETO, nunca puede atentar en contra de la propiedad ni mucho menos en contra de la vida de otro ser humano; un ciudadano formado dentro de la SINCERIDAD, nunca podrá mentir, ni ser hipócrita, siempre dirá la verdad y cumplir con su promesa; un hombre de conducta de TRABAJO, será feliz con el fruto de su esfuerzo y no dedicarse a la vagancia ni robo; un ser con principios de FIDELIDAD, siempre respetará y cuidará a su esposa y a sus hijos, y jamás cometerá feminicidios o violencia en contra de su familia; un hombre SOLIDARIO, siempre auxiliará a su prójimo. En síntesis, los seres formados en el AMOR, que es la enseñanza del santo evangelio de Jesucristo, siempre amarán al prójimo y tendrán reverencia a Dios.

Si bien tenemos el Código Penal y otras leyes que en la teoría sancionan duramente al delincuente, pero ¿Cuál el resultado objetivo y real de la lucha contra la delincuencia? En realidad, la policía persigue y aprehende al delincuente y entrega al fiscal, y este acusa ante un juez, quien lo libera o lo encarcela para un tiempito, luego el ladrón o asesino con cualquier artimaña sale libre para cometer sus fechorías con mayor crueldad. Y así la delincuencia lastimosamente ocurre en nuestro país en un tono de círculo vicioso, porque el malhechor prontuariado, por naturaleza de su conducta, por siempre practicará sus malas mañas igual que el zorro.

Por tanto, con certeza afirmamos, que la llave para evitar o disminuir la delincuencia en nuestro país y en el mundo, en forma general está en manos de una BUENA EDUCACI�N. Con mujeres y hombres bien educados como requiere hoy nuestro pueblo, no tendríamos tantos reos en hacinamiento, ni tampoco necesitaríamos de muchos policías, abogados, fiscales y jueces.

(*) Es profesor