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Después de la tempestad viene la calma, en mi anterior columna reflexioné sobre lo que podrÃa ser el futuro del paÃs y de sus proyectos industriales tan venidos a menos en tiempos donde las tecnologÃas parecen copar el interés general, la conectividad ocupa mentes y corazones, los problemas se ven con lentes de realidad que tiene mucho de virtual y donde el mundo real debe acomodarse al piloto automático de los gadgets de moda. Somos tan ultras en todos los aspectos de la vida cotidiana que la Inteligencia Artificial (IA) ya es parte de nuestras preocupaciones, todo lo vemos en una pantalla de un iPhoneo de un ordenador, allà todo es color de rosa y la solución de nuestras vidas parece estar al alcance de un clic.
La realidad es más dura y más temprano que tarde nos cobrará facturas muy difÃciles de pagar; casi no tenemos petróleo, el gas parece que se acaba, la minerÃa también, las minas importantes ya están en periodos de cierre o de pre-cierre, sobrevive la minerÃa informal y en muchos casos ilegal, nuestros proyectos industriales están parados, son elefantes blancos o se mueven a paso de tortuga, el contrabando y el blanqueo de capitales es cada vez más frecuente, el empleo es informal o del aparato estatal, la iniciativa privada está muy restringida por la inseguridad jurÃdica y sigue un largo etc. Lo que sà se produce a raudales son poses polÃticas y retórica hueca que promete el oro y el moro; asà estamos empezando esta nueva etapa de la historia con muchas promesas que ojala se cumplan.
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A lo largo de muchos años de relación con la industria minera y sus correlatos, he podido establecer algunas pautas importantes de comportamiento que explican el pobre desempeño del sector; por razones de espacio me referiré solo a tres aspectos medulares que estimo debieran definirse si se quiere cambiar positivamente: i) Los recursos naturales del suelo y el subsuelo ¿deberÃan ser manejados por el Estado, por los privados o por los grupos humanos originarios? ii)Una concesión minera o un contrato con el Estado ¿debieran ser Derechos Reales en sentido estricto? iii) El valor de un recurso mineral o de otro tipo en el suelo o subsuelo ¿deberÃa ser garantÃa para financiar su desarrollo? La historia republicana contemporánea nos muestra alternancia de visiones polÃticas contradictorias, definiciones parciales y acomodos polÃticos al respecto. Por eso es que siempre estamos en crisis esperando el cambio y con la idea de que éste nos obligará a empezar de cero.
Hasta el mes pasado vivimos la preponderancia del Estado operador y financiador, que lo hacÃa todo, que cobijaba a pueblos originarios, comunidades y cooperativas como operadores alternativos, que arrinconaba la iniciativa privada y asà las cosas, estamos aún en la periferia de los negocios mineros globales, donde los que ganan son los operadores informales y los que pagan la factura, el Estado y los empresarios. Previo a este esquema, vivimos más de veinte años de liberalismo donde se privilegió la iniciativa privada, se produjo un boom de exploraciones, se desarrollaron algunos proyectos importantes que salieron a la palestra con mucha dificultad, pero cuando se suponÃa que los frutos tenÃan que cosecharse, se vino el cambio que vivimos hace más de una década. La factura la pagó el Estado (por re- estatizaciones) y los empresarios que sà bien ganaron plata, habÃan perdido ya el impulso necesario para desarrollar una minerÃa de clase mundial que sà hubiese sido de mucho beneficio para el paÃs.
¿Cuándo habrá un cambio definitivo? Recetas hay, pero deben ser debatidas en otro ambiente y con otros actores, el reto supera el alcance de esta modesta columna de opinión.
*Ingeniero geólogo,
ex Ministro de minerÃa y metalurgia
Fuente: Dionisio J. Garzón M. *