Diversifiquemos la agricultura

No sólo en nuestro país, sino en varios de la región se confrontan problemas que alteran la economía regional, poniendo en serios problemas a gobernantes que deben extremar esfuerzos para compensar deficiencias financieras que ponen en riesgo en la mayoría de los casos, la seguridad y la tranquilidad de miles de ciudadanos.

En el caso nuestro, un descenso en los cupos de exportación de gas a Brasil y la Argentina, implica la necesidad de replantear el presupuesto nacional pues los menores ingresos necesariamente limitarán proyectos de desarrollo que se propongan realizar, Gobernaciones, Alcaldías y Universidades, lo que se explica como un retraso en la atención de ciertas necesidades públicas.

Frente a esa situación y mientras persista una pugna de intereses entre las potencias económicas mundiales, como EE.UU. y la China, es posible que continúe la corriente de bajada en precios internacionales de las materias primas, que como sucede en nuestro país, hidrocarburos (gas) y minerales son la base importante de ingresos al Tesoro General del Estado.

Para muchos entendidos en la materia, y tomando en cuenta algunas ventajas que tiene nuestro país, es que se plantean desafíos para encarar la diversificación de nuestra agricultura, como una alternativa de primer orden para compensar las variables en la producción y comercio de gas y minerales.

Varios empresarios industriales del sector privado consideran necesario apuntar al establecimiento de programas alternos para ampliar la explotación de varios rubros de la agricultura "tradicional", como la denominan los expertos de la materia al referirse a la producción de azúcar, arroz, soya, maní entre otros de la región oriental. El hecho es que se deben dar algunos pasos a los costados, para reconocer que en las zonas vallunas es altamente importante la producción de hortalizas y variedad de frutas y verduras, mientras que en el altiplano occidental, se incremente la producción de papa, oca, otros tubérculos y se garantice la provisión para consumo interno de quinua y otros cereales.

Lo que falta son programas definidos de incentivo a los agricultores de modo que vuelvan la mirada a la importancia de sus comarcas, sus tierras y comunidades para retomar la condición de agricultores e incluso ganaderos, que en el último tiempo han tenido que migrar a las ciudades por falta de incentivos para asegurar sus faenas agropecuarias.

Se trata de asunto de estrategia nacional de desarrollo, de modo que en ninguna circunstancia bajen las posibilidades de un sostenimiento del desarrollo nacional, a través de la explotación de nuestras materias primas básicas, gas y minerales que al confrontar problemas de precios, sean sencillamente reemplazadas por una producción agrícola, cada vez más amplia y tecnificada, en el sentido de vislumbrar exportaciones e industrialización del agro, una "cuenta natural" que debe ser fortalecida y no cerrada, pues en país de economía planificada, todos los sistemas productivos tienen su real importancia y deben merecer la misma atención del poder Ejecutivo.

Algo que los bolivianos agradecemos a la Providencia, es que nuestro vasto territorio es propicio para proyectos de amplia diversidad, desde los que están en la marca de "estratégicos", como los más naturales y tradicionales que son parte de agricultura y ganadería, en realidad la riqueza que tenemos es maravillosa, lo que nos falta son decisiones y suficiente inversión. Hay que producir de todo�porque todo sirve.