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Domingo 15 de diciembre de 2019

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Revista Dominical

Deconstruyendo el Cabildo de la Unidad

Los discursos identitarios de la nueva cruceñidad

15 dic 2019

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Por: Erick Fajardo Pozo

Master en Comunicación Política y Gobernanza y Asistente en el Programa de Graduados de Antropología del Columbian College of Arts and Sciences de la The George Washington University

Santa Cruz es el opuesto binario de la mitología estatal andinocéntrica de finales del siglo XX y el antagonista favorito en la literatura política de las élites occidentales contemporáneas en cuyo discurso identitario de reafirmación la cruceñidad ha sido construida como el arquetipo de la anti-nación, lo castizo-señorial y lo racialmente excluyente.

En contrapartida, lo cruceño, como discurso identitario, ha caminado un largo trecho desde la mirada de enclave, desde un capitalismo de campanario y una identidad urbana basada en sustancialismos y esencias étnicas, hacia narrativas de una nueva composición social cosmopolita y diversa - resultado de una ruralidad fortalecida por la descentralización y una vigorosa diáspora andina que le disputan el campo político y social a sus elites mientras pugnan por reinventar la "regionalidad" cruceña.

Siempre hay dos maneras de producir discursividad identitaria: a) la reproducción y caracterización periódica de un par opuesto como evocación mitológico-morfológica de ciertas esencias antagónicas y b) la reinvención de la narrativa dominante y la disputa del campo discursivo mediante la producción de un nuevo "yo".

Siempre hay dos maneras de producir discursividad identitaria: a) la reproducción y caracterización periódica de un par opuesto como evocación mitológico-morfológica de ciertas esencias antagónicas y b) la reinvención de la narrativa dominante y la disputa del campo discursivo mediante la producción de un nuevo "yo".

Ambos marcan la más profunda dialéctica en Bolivia: por un lado, los discursos identitarios genealógicos e hiperbólicos de la etnicidad - reproducidos con disciplina estratégica desde el paradigma del estado-nación, y por contrapartida los discursos contingentes de la complejidad que perforan el "fetiche del mapa" y tratan de reflejar la nueva composición societal en tiempos de descentralización y movilidad humana.

Porque, en un mundo sumergido en transnacionalización y globalidad, las identidades no son más rasgos bilógicos o recurrencia genealógica, sino discursos de agregación producidos por la cotidianeidad y la economía simbólica de la interacción humana.

En esa lógica, si las naciones son entidades "imaginadas" (Anderson, 1983), las tradiciones "inventadas" (Hobsbawn y Ranger, 1983) y las nociones de hogar "construidas discursivamente" (Rapport y Dawson, 1998), entonces lo cruceño, como discurso identitario, es una manera particular de imaginarse, inventarse, construirse y presentarse como individuo y comunidad.

Santa Cruz es el departamento más poblado de Bolivia, actualmente con 3.5 millones de habitantes y, de acuerdo con las proyecciones del INE, para 2025 su población llegará a los cuatro millones, de los cuales buena parte serán migrantes de occidente.

Pero si de acuerdo con Rapport el "yo" recibe contenido, está delineado y encarnado principalmente en construcciones narrativas o historias (2008), entonces el discurso resulta ser más relevante para la construcción de identidad que las características sociológicas o la densidad demográfica.

Ahora, la irrupción de las redes sociales en la cotidianeidad ha desplazado dentro del hiperespacio no sólo el campo político sino también el campo cultural, tornando los procesos de producción de discursos identitarios en procesos plurales en red.

Hoy el escenario de producción de discursividad identitaria no es más el debate de la intelectualidad secular, ni de su correlato orgánico-estatal, sino el mundo social y las redes de intersubjetividad; ese espacio social-virtual al que se vuelca la nueva ciudadanía para visibilizarse y reconocerse más allá de la reductiva caracterización mediática y la subalternización a los clichés que le impone una representación política centralizada y distante.

En esa lógica, proponemos que el cabildo es uno de los portales a ese escenario de simultaneidad público-virtual. El cabildo es la dimensión concreta del "mundo social" - en términos de Emanuel Marx, desde donde se elaboran y se promulgan los discursos identitarios de la nueva cruceñidad, planeando nuevas interrogantes que deben ser agendadas.

¿Cuál es el estado de la correlación de fuerzas entre el discurso cruceño emergente y el hegemónico? ¿Qué rol en el dilema nacional le planea a Santa Cruz ese nuevo discurso identitario? ¿Cuáles son los imaginarios de sociedad y estado que plantea esta nueva cruceñidad?

Cinco elementos del "Cabildo de la Unidad" de noviembre de 2019 ayudan a delinear sino respuestas al menos cursos de explicación a esas interrogantes: El discurso artístico de irrupción político-generacional ("Evo, te equivocaste de generación"), el discurso político de restitución de la agenda autonómica ("Potosí federal, Bolivia federal"), el discurso cívico de reconciliación nacional ("Santa Cruz pide perdón y perdona") el discurso estético de la irrupción de lo cruceño-rural ("Santa Cruz mestiza") y el discurso icónico de asimilación de lo "colla-occidental" (Miguel Mamani Choque y la nueva cruceñidad aymara).

Solo dos de estos elementos de discursividad -político e institucional - corresponden a la narrativa de la dirigencia cruceña. Los otros tres - lirico, estético e icónico - pertenecen a la semiótica colectiva, mucho más prolífica en significaciones identitarias que el discurso institucional empeñado en la narrativa de reposición del proceso autonómico, trucado durante el régimen de Evo Morales, y reivindicar el carácter nacional de un movimiento cívico de "reconciliación nacional" que contestase la narrativa reductiva de lo cívico como fenómeno territorialmente circunscrito a Santa Cruz.

Por contraste, la discursividad lírica, estética e icónica plantearon al cabildo temas de irrupción en la escena sociopolítica cruceña de un relevo generacional, de lo provincial-rural y de lo occidental-aymara.

En términos de administración del espacio discursivo, lo institucional formal ocupó escasamente un tercio del evento mientras que la discursividad artístico-simbólica se desplazó de las rotondas al cabildo y rebalsó de las audiencias a la tarima como mezcla de canción protesta y líricas marciales en ritmo taquirari (Morato, "Marchemos ya"; Barba-Guzmán "Movamos Santa Cruz, movamos Bolivia") y retoricas de inclusión ("camba, chapaco y colla, comemos de la misma olla", Suárez-Bazán).

En esa misma lógica, la fuerte imbricación de simbolismo religioso (el Cristo Redentor, la virgen, el rosario, el cuerno Shofar) halló correlato en líricas evocativas ("juramos defenderte ante el Cristo Redentor", Barba-Guzmán; "�porque estamos con el de arriba, con el más grande", Rosel).

Precisamente, tras que un inédito Gerson Rosel de la provincia Warnes llegaba de las redes al escenario con un rap cargado de significación política ("Lo que el pueblo decidió tu no lo puedes cambiar [�] Bolivia te dijo no y ahora te tuenes que marchar"), el cabildo cerraba con una escena inédita: El anfitrión detuvo el tiempo para mostrar a Miguel Mamani Choque, un niño migrante extraviado, y pedir a su madre pasar por él.

Habiendo observado en primera línea los cabildos autonómicos de 2007-2008, no dejé de pensar cuán poco probable habría sido una década atrás que una cruceñidad todavía rancia hiciera una pausa en la ritualidad de sus cabildos para hallar a la madre de Miguel Mamani; para subir a su podio a un niño aymara. Esa es, en mi percepción, la medida de la centralidad que cobró lo andino-occidental en la nueva escena cívica cruceña y nos permite cerrar con algunas consideraciones.

La cruceñidad hoy no es la de veinte años atrás, sino más bien - tal cual un legislador opositor de la Chiquitanía expresaba durante el conflicto - "una cruceñidad camba-colla, chola y cunumi", expresión de una diversidad e inclusión social que produce una discursividad que disputa espacios políticos a sus elites; que conversa y contesta en los cabildos desde el contrapunto de un estribillo, desde la retórica de la lírica popular, desde una iconografía y una estética elocuentes.

El cabildo es campo político, un escenario de renegociación de esa dialéctica, de esa permanente tensión entre estructura y agencia. Es espacio de manifestación de las tensiones en juego entre sociedad y estado-nación, aunque la pugna de una Santa Cruz región-estado contra la narrativa nacional-estatal no haya sido lo central, sino más bien la disputa intestina de una región en reinvención contra las autopercepciones de una cruceñidad y un nacionalismo anclados en el patrimonialismo de identidades parciales tributarias del estado-nación.

El cabildo como espacio social y como espacio de intercambios simbólicos y producción de sentidos; lo "cívico-cruceño", es todo, excepto la reducción literaria al "camba" en los discursos de las elites intelectuales de un estado occidental cuya centralidad se ha tornado burocrática y geográfica, mientras tratan de encubrir a una Santa Cruz que es campo político de una subalternidad subvertida que reclama una nueva centralidad política y cultural a sus elites regionales y al Estado.

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