El MAS ha cometido un error político fundamental: un fraude electoral descarado por el que sus acólitos ya están investigados. Podía haber sido más delicado en sus intenciones, pero fue de manera cruel y bárbara, perforando la legalidad el 20 de octubre pasado. No hay perdón para tal situación. Encima se ocupa Evo Morales de conspirar en el exterior. Fue rechazado en muchos países y ahora es apoyado por el ladino Fernández.
Bolivia es una realidad que toca el sentimiento más íntimo, el de sus habitantes mestizos, los que no quieren saber de divisiones étnicas, las que se entrecruzan con la asimilación forzosa, la de obligar a las personas, por un trabajo que es un derecho inalienable de todo ser humano, a aprender un idioma a la fuerza, el que es ajeno a su cultura universal. Y el Estado totalitario, ya pasado, del MAS y su gente no simplifica los medios para por lo menos facilitar las cosas, en su costumbre siempre manda y ahí se encuentra su naturaleza etno-fascista, étnica por su radicalización de algo que ha quedado sumergido en la Historia bárbara de hace varias centurias y fascista por su raigambre corporativa en el mejor estilo de Mussolini, no de Hitler que fue la expresión extrema y racista del sistema que se intentó restaurar con otros colores, falsos como todo lo que representó el Partido en función de Gobierno, aquel que apeló al odio nacional para lograr sus fines de una nueva oligarquía, aymara de rostro, pero neoliberal en el fondo de su corazón y no de idioma, es la que habla inglés aunque chapuceramente porque sus negocios lo exigen, pero sus hijas e hijos lo hacen mejor, aprenden de todo en un mundo diversificado, pero también, y especialmente, globalizado ya que la circulación de ideas y de recursos económicos lo exige a muerte.
Bolivia es una realidad que toca el sentimiento más íntimo, el de sus habitantes mestizos, los que no quieren saber de divisiones étnicas, las que se entrecruzan con la asimilación forzosa, la de obligar a las personas, por un trabajo que es un derecho inalienable de todo ser humano, a aprender un idioma a la fuerza, el que es ajeno a su cultura universal. Y el Estado totalitario, ya pasado, del MAS y su gente no simplifica los medios para por lo menos facilitar las cosas, en su costumbre siempre manda y ahí se encuentra su naturaleza etno-fascista, étnica por su radicalización de algo que ha quedado sumergido en la Historia bárbara de hace varias centurias y fascista por su raigambre corporativa en el mejor estilo de Mussolini, no de Hitler que fue la expresión extrema y racista del sistema que se intentó restaurar con otros colores, falsos como todo lo que representó el Partido en función de Gobierno, aquel que apeló al odio nacional para lograr sus fines de una nueva oligarquía, aymara de rostro, pero neoliberal en el fondo de su corazón y no de idioma, es la que habla inglés aunque chapuceramente porque sus negocios lo exigen, pero sus hijas e hijos lo hacen mejor, aprenden de todo en un mundo diversificado, pero también, y especialmente, globalizado ya que la circulación de ideas y de recursos económicos lo exige a muerte.
Este corazón pardo se destruye íntimamente en otro cuerpo de carne y espíritu, en la estirpe que invita al desafío, a la rebelión natural, a la provocación. Nació como el producto de una epopeya, como algo imposible, rayano en la locura buena, pero dedicada a la Revolución en el sentido de Marx y Engels, los padres de la redención de los seres humanos, como también de la maravillosa Rosa Luxemburgo, la polaca internacionalista que definió su entrega a una causa que decidió como fundamental en la "Hoguera" que todo lo malo lo quema, para convertirla en la Revolución Comunista. Fue asesinada por las hordas fascistas, no obstante su pensamiento se conserva hasta el fin. Y así se desarrolló su posibilidad y certidumbre, su largo y difícil transcurrir de más de dos centurias, lleno de penurias. Su nacimiento, desarrollo y devenir implicó algo muy profundo: la trascendencia de un mensaje que devino en la utopía, la de la Nación proletaria internacionalista que no reconoce diferencias de color, género o sangre, que se encontraba a sí misma. Y no es la única, ¿Por qué no hablar de Clara Zetkin, de Juana Azurduy y Violeta Parra?, las mujeres dignas de admiración que superaron a muchos hombres en enormes cualidades, pero sin calificarse de feministas retrógradas, las que odian al hombre por una condición natural, la de asumir un rol difícil en situaciones de hambre desde hace 5 millones de años.
Los griegos plasmaron en la idea de la democracia, aunque todavía parcial, una idea de cambio trascendental y se encontraron con Tomás Moro, y con Owen y Fourier, para después definirse en la Revolución Francesa, a pesar de los abusos de los "jacobinos", pero esencial en su contenido de los "Derechos del Ser Humano" en sus variantes masculina y femenina, la que desembocó en la Revolución Rusa de 1917, ésta que trascendió épocas y certidumbres, las que se encontraron con una Revolución de 60 años para gloria de la Humanidad. Es muy difícil ubicar hechos europeos en la actualidad de Bolivia, pero es necesario hacerlo, porque somos hijos de españoles y nacionalidades llegadas de Asia, muy dispersas pero ciertas. Los originarios no existen, murieron hace 200 mil años y hoy son fósiles en África, si se los puede encontrar. Bolivia nos convoca a un grito macho de libertad, el que surge de las madres olvidadas, de los padres rebeldes, de los hijos que renuevan su fe en el mañana, en un futuro de posibilidades creíbles. Juana Azurduy plasmó en hechos su lucha libertaria, la que definió Bolivia. Es difícil convocar a una lucha que puede ser armada, pero no queda otro camino. Nos critican por ser irreverentes, la realidad nos obliga al combate decisivo aunque nos cueste la vida.
Fuente: Adhemar Ávalos Ortiz
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