La construcción de un proyecto político se basa en poseer una propuesta en base a la visión de país que se tenga, debe de poseer una amplia gama de conocimientos casi absolutos de la realidad en la que se vive, pero fundamentalmente de la realidad a la que se quiere llegar como nación y sociedad en general.
Al finalizar un ciclo político de partidocracia y prebendalismo, la evolución natural dictaba una agrupación de intereses colectivos con un consenso de fuerzas en pro de un mejor futuro, dejando atrás las vicisitudes del sistema pasado, pero, sobre todo, dándole un protagonismo nunca antes visto a la ciudadanía de a pie y principalmente a la juventud.
Hoy por hoy, sin embargo, el ímpetu de los movimientos, pareciera haberse relajado, en busca de una figura mesiánica, un caudillo, en un marcado retroceso hacia la típica política de gallinero cuasi endémica de la región latinoamericana, polarizándose la situación en dos figuras clave de las luchas cívicas y en mucha menor medida en los actores electorales del proceso previo y hoy anulado.
Hoy por hoy, sin embargo, el ímpetu de los movimientos, pareciera haberse relajado, en busca de una figura mesiánica, un caudillo, en un marcado retroceso hacia la típica política de gallinero cuasi endémica de la región latinoamericana, polarizándose la situación en dos figuras clave de las luchas cívicas y en mucha menor medida en los actores electorales del proceso previo y hoy anulado.
Sin embargo de lo anterior, muy cómodamente una apreciable parte de la ciudadanía, pretendía ser una vez más solamente observadora de estos procesos, dejando de lado la lucha en contra del totalitarismo y crímenes del régimen anterior, encomendando los destinos de la nueva propuesta de país a figuras más que todo mediáticas demasiado similares en la forma aunque no en el fondo a la figura del presidente renunciante Evo Morales.
Y como fruto de lo anterior, se está dando una validez sobredimensionada a las rencillas entre los dos líderes cívicos por aun inexistentes espacios de poder, cuando desde fuera y dentro de nuestras fronteras los lacayos del evismo e incluso el mismo Evo, no cesan en sus actuados de orden conspirativo para perpetuar un sistema de privilegios, latrocinios y narcotráfico, se llega inclusive al patetismo de que hay lugares de nuestro país que dan mayor prioridad incluso mediática a la tardanza en el encendido de luces de Navidad que a la, por momentos, gravísima situación política de nuestra patria.
Cada habitante de nuestra patria debe de estar consciente de la situación grave, el coste de la salida del régimen evista del Movimiento Al Socialismo es mínimo si lo comparamos lo que será el coste de detener su regreso y más que todo su intento de desatar el caos en nuestro país, si se perpetúa la pataleta de candidaturas, peguismo y oportunismo.
El momento exacto, el tiempo de cambio es hoy, construir una política de consenso, mientras el Gobierno facilita la transición, debemos de hacer que todos sumen, puesto que la lucha en contra de los oscuros intereses de quienes abandonaron el país dejando a su suerte incluso a sus familias (pero eso sí, no a los maletines de dólares) va a requerir el concurso de todos y cada uno de nosotros y así será también en el futuro gobierno electo tras un auténtico proceso electoral.
La Bolivia de los tiempos de cambio no necesita un César y si los líderes actuales no comprenden eso, se equivocaron de proceso, de realidad y sobre todo de país.
(*) Es asambleísta orureño
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