Juan Soliz Mercado, el boliviano que se robó el corazón en Chile

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Hay episodios en la vida de las personas que marcan historias, no solo personales, sino también de momentos inolvidables que dejaron huella en algún determinado espacio, en este caso una competencia internacional denominada "Matsushima" Kárate Chile, en la que participaron varios países como Chile, Uruguay, Dinamarca, México, Argentina y Costa Rica.

El destino se encargó de hacer que Juan Luis Soliz Mercado se robe el cariño y el corazón de los chilenos, con la participación impensada que tuvo encima del tatami, aquel inolvidable 30 de noviembre de este año.

Pero, ¿cómo llegó él a ser parte de esta aventura? Desde hace unos cinco años, está detrás de un proyecto relacionado con las artes marciales en Bolivia, en ese tiempo socializó este tema con las autoridades locales, con algunas personalidades e instituciones orureñas, también llegó hasta el Ministerio de Deportes y Cultura pero nunca tuvo el apoyo que requería, motivo por el cual se avanzó muy poco en sus propósitos de sacar adelante este proyecto.

Esa fue la razón principal para involucrarse personalmente en el campo de las artes marciales, así comprender y avanzar con el proyecto que está buscando; por ello, manifestó que con esa experiencia alcanzada pueda concluir con la primera fase del proyecto y dar a conocer a la sociedad orureña para el próximo año.

Juan nació en la ciudad de Oruro, el 20 de junio de 1984. Bachiller del colegio San José, es comunicador social y también ingeniero comercial, a la fecha está en el cuarto año de la Carrera de Derecho en la Universidad Técnica de Oruro.

Su pasión por el kárate apenas se dio hace un año, a raíz del proyecto mencionado que tiene, es así que decidió ingresar al Dojo Matshushima con su sempai Jamil Mendieta Asier, quien además es segundo Dan internacional. Más que ser protagonista como un atleta de competición, su misión en el Dojo, era de asistente, ostentando el cinturón blanco.

"El kárate es un arte marcial interesante y siempre es bueno tener ciertas características físicas en todas las áreas deportistas y el kárate es una de ellas, en la que se participa demostrando la destreza y habilidades de defensa personal que es importante y cómo reaccionar ante determinadas contingencias en algún determinado momento", señaló como un aspecto importante de motivación.

Indicó que el ser asistente le permitió participar en varios seminarios y actualizaciones, además de comenzar a practicar lo más básico de este deporte.

CAMPEONATO

Sin embargo, todo ese deseo de aprendizaje en torno al proyecto que él está realizando, sobrepasaron los límites, ya que nunca imaginó que su destino iba a tener otro camino.

A dicha competencia, al margen de su sempai Mendieta y él, debían asistir dos deportistas más, sin embargo, por los problemas que se suscitaron en el país, además del costo económico, hizo que la delegación orureña se reduzca a tan solo dos personas rumbo a Chile, cuyo viaje fue de algo más de 40 horas por tierra.

Una vez en Santiago, el sempai Mendieta debía realizar una demostración de kata, que es mostrar las habilidades físicas del kárate en cuestión de técnicas y habilidades en las artes marciales con movimientos.

Asimismo, llegó la hora de los combates denominado "kumite" y al no tener a los otros dos deportistas, el sempai pidió que Juan participe para no dejar en vacío la representación boliviana. Como él tiene el cinturón blanco, se pudo habilitar para luchar contra otros deportistas, pero quienes ostentaban otros cinturones superiores a las del orureño.

"Es la primera vez que he peleado, ni siquiera a nivel nacional, sino internacional y me fue muy bien. Se demostró lo que los chilenos dijeron: mucho espíritu que tenemos los bolivianos, sacando fuerzas de donde no había. Se han sorprendido mucho con mi participación que llegó hasta la semifinal", indicó.

En el certamen había una comunidad mapuche, que apoyó sin condicionamientos a la delegación boliviana. Fue un momento inolvidable para el orureño, porque hasta ese momento no se esperaba, en principio, su capacidad dentro el tatami y por otro lado, el apoyo desinteresado que consiguió del público chileno.

Eran 16 participantes, que se fueron eliminando uno tras otro. Para llegar a la semifinal Juan venció a dos cinturones azules y la semifinal la disputó contra un cinturón amarillo.

En la semifinal, pagó el derecho de piso, pero no en el sentido de perder el kumite, sino que en pleno combate, recibió una patada en el rostro, que le hizo volar el pedazo de uno de sus dientes.

"Decido hacer parar la pelea, tratando de buscar la pieza dental y buscar un dentista para que me cure inmediatamente, pero el tema de salud era muy complicado en Chile. Paro el combate y automáticamente me dieron el cuarto puesto", afirmó.

Aquella experiencia permitió a Juan establecer que el boliviano cuando se propone puede llegar más allá de lo impensado, mostrando espíritu, fortaleza y dedicación, dejando atrás las limitaciones que muchas veces se imponen a consecuencia de determinadas taras o prejuicios.