Como se recordará, los últimos hechos violentos vividos en nuestro país, tras la renuncia del presidente en noviembre reciente, iban desde el desamor hasta el bloqueo de perfiles virtuales del otro; desde las informaciones a las fake news, incluso del "terrorismo informático"; de la propaganda del uno hasta la contrapropaganda del otro; de aquella "pitita" a las caídas de pasarelas y puentes; de los gritos furibundos hasta conseguir muertos a pedradas, palos y balas; desde allanamientos a propiedades privadas hasta los saqueos y quemas a instituciones públicas. Así, la violencia con toda su furia y sonido se manifestaba por calles, carreteras, poblaciones y ciudades de un país marcado por una crisis política.
En ese contexto, además se evidenció el "cerco" a las ciudades logrando violentar las fibras íntimas del derecho a la vida, es más, se amenazó con hacer explotar la planta de YPFB de Senkata, en El Alto de La Paz, y cuyo impacto habría sido de una onda expansiva de alrededor de 5 km y que causaría miles de muertos y heridos.
En ese contexto, además se evidenció el "cerco" a las ciudades logrando violentar las fibras íntimas del derecho a la vida, es más, se amenazó con hacer explotar la planta de YPFB de Senkata, en El Alto de La Paz, y cuyo impacto habría sido de una onda expansiva de alrededor de 5 km y que causaría miles de muertos y heridos.
Y, sin embargo, toda esa maquinaria de la violencia sin límites, premeditada o espontánea ha sido un acto eminentemente humano, es decir, consciente y racional. Era empero el tiempo de la muchedumbre. Ahora y aquí, la muchedumbre constituida por individuos de cualquier clase social, género, profesión o nacionalidad estaba en las calles mostrando y demostrando su descomunal fuerza.
En aquella muchedumbre se manifestaba el lado del anonimato de las personas que públicamente tenían nombre y apellido, familia e identidad; no obstante, absorbido por la muchedumbre se desvanecían todas las normas de convivencia y fraternidad; se imponía la sensación de ser invencible, bastaba un grito, cual una orden, para cometer todo cuanto se ha visto y escuchado por los medios masivos y las redes sociales.
En aquella muchedumbre el contagio había hecho efecto, era un torbellino humano, donde ha desaparecido la personalidad consciente; ahora cual hipnotizado estaba sumido bajo una especie de "alma colectiva" pero transitoria; tenía una nueva identidad, la de la masa; la personalidad ahora se hallaba sometida a la ley de la unidad mental de la muchedumbre; una nueva familia esporádica y organizada se había formado y cual un solo ser hacía pensar, obrar y sentir por el aire del contagio, que el individuo sacrificaría su vida fácilmente al interés de la muchedumbre; en ese ambiente, el uno-era-para-el-otro y viceversa se movían tras un solo objetivo, acabar con todo a su paso.
Pero ese nuevo ser, la muchedumbre, que se ha aglomerado en un ahora y aquí, se diluye también, así como se ha constituido reaparecerá cuando se den ciertas condiciones o circunstancias sociopolíticas que causen la efervescencia de los móviles más ocultos en individuos que escapan a la vida racional, entonces nuevamente resurgirá aquí o allá la era de la muchedumbre.
Fuente: Nestor Suxo Ch.
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