Lo que sucedió y lo que acontece actualmente debe llamar la atención de la ciudadanía, para no dejarse sorprender con ofertas histriónicas que mueven los afanosos politiqueros, carentes de ideologías firmes, proyectos de utilidad colectiva y respeto a la Constitución, las Leyes y los derechos ciudadanos. Mucho cuidado con los traficantes de siglas y curules
Como está de moda este mes la realización de ferias especiales para la promoción de grandes ventas con precios rebajados y de locura, nuestros políticos no han querido estar ausentes en la posibilidad de aprovechar la ocasión para poner en venta siglas, curules y algunos planes como complemento de programas que ya forman parte de un inédito plan de ofertas políticas.
Es increíble hasta dónde baja la calidad del manejo político partidista, donde las siglas son puestas en una especie de subasta para que algunos candidatos necesitados de sustento institucional "partidario" tengan la oportunidad de elegir en la subasta la sigla más propicia a sus fines electoralistas.
Esta explicación merece algunas consideraciones, pues se trata de una posición de políticos, frente a las declaraciones de varios "jefes o delegados partidistas" que han expresado abiertamente su interés en la búsqueda de un partido que disponga su "sigla para cobijar" a una nueva corriente que busca ubicación para ser parte del futuro contexto electoral, que por supuesto negociará su factura con la obtención de cierto número de curules, hecho que deberá ser compensado con la calidad moral de los candidatos, algo que puede resultar un pedido exagerado, pero que no debería ser menos, si se trata de cuidar la calidad, prestigio y vigencia de una sigla política, en algunos casos celosamente custodiada por antiguos y activos militantes, que mínimamente exigirán coincidencias ideológicas en programas políticos.
Esta explicación merece algunas consideraciones, pues se trata de una posición de políticos, frente a las declaraciones de varios "jefes o delegados partidistas" que han expresado abiertamente su interés en la búsqueda de un partido que disponga su "sigla para cobijar" a una nueva corriente que busca ubicación para ser parte del futuro contexto electoral, que por supuesto negociará su factura con la obtención de cierto número de curules, hecho que deberá ser compensado con la calidad moral de los candidatos, algo que puede resultar un pedido exagerado, pero que no debería ser menos, si se trata de cuidar la calidad, prestigio y vigencia de una sigla política, en algunos casos celosamente custodiada por antiguos y activos militantes, que mínimamente exigirán coincidencias ideológicas en programas políticos.
Es realmente preocupante observar el ir y venir de algunos políticos muy preocupados al no contar con respaldo de una sigla partidaria debidamente habilitada, que son pocas y varias ya comprometidas con corrientes ciudadanas asentadas mayormente en el sector oriental del país y algunas más aisladas que transitan entre los distritos del occidente, entre los que prevalece Potosí, cuyo Comité Cívico junto al de Santa Cruz, apuntaron al relevo del binomio masista que generó un espectacular fraude y abandonó el país.
Hay de todo en la feria de las siglas y los curules, no son muchas las opciones debidamente organizadas, pues estas han sido rebasadas por la cantidad de políticos sin partido, pero atrevidos en el sentido de insistir en un mercado en que lamentablemente se juegan intereses vedados con el respeto de normas, con las condiciones de libre participación ciudadana, que aparece desorientada antela confusión de algunos líderes políticos que están buscando desesperadamente la sigla que posibilite su concurrencia en calidad de candidatos, incluso presidencialistas, que ya es mucho arrojo, pero no imposible cuando la perspectiva tiene ademásuna posible repartija de curules.
El electorado en el tiempo presente, no olvida lo ocurrido en las frustradas elecciones de octubre, empezando por una incorrecta participación de algunos candidatos que además se hicieron responsables de un fraude electoral que casi vence los inútiles controles del TSE pero que consolidó el mayor delito electoral entre los países de la región.
Lo que sucedió y lo que acontece actualmente debe llamar la atención de la ciudadanía, para no dejarse sorprender con ofertas histriónicas que mueven los afanosos politiqueros, carentes de ideologías firmes, proyectos de utilidad colectiva y respeto ala Constitución, las Leyes y los derechos ciudadanos. Mucho cuidado con los traficantes de siglas y curules, hay que defender la democracia boliviana.
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